Dirección: Bertrand Blier.
Intérpretes: Monica Bellucci, Bernard Campan, Gérard Depardieu, Sara Forestier.
Daniela (Monica Bellucci) trabaja como prostituta en el Pigalle. Un buen día François (Bernard Campan), hombre poco afortunado en la conquista amorosa, le requiere sus servicios después de haber ganado un premio en la lotería.
Su intención es que Daniela acceda a vivir con él durante un tiempo por dinero. Cuando ella acepte, junto a las diferentes emociones que surgen entre la pareja, aparecerá en escena Charly (Gérard Depardieu), proxeneta de Daniela que no se encuentra satisfecho con esta nueva situación.
Resulta difícil saber que es lo que pretende transmitir Bertrand Blier en esta, su última película. Supongo que el espectador de a pie, siempre busca algún referente que le ayude a decidirse en el momento de ir a una u otra sala de cine.
Lo que nos anticipaba el tráiler era una película en tono de comedia, con un argumento sencillo y a la vez peculiar: un hombre normal, de esos que pasan desapercibidos, que emplea un premio de lotería en “alquilar” a una prostituta para que sea su mujer. Este es el punto de partida de “¿Cuánto me amas?”, pero el resultado final no responde a las espectativas.
Toda la atmósfera que rodea la película resulta un tanto irreal, y los personajes demasiado llevados al extremo.
François (Bernard Campar) es el estereotipo de hombrecillo gris, desaliñado, enfermizo, poco atractivo y atrapado en una vida presidida por la rutina y falta de cualquier emoción. Daniela (Monica Bellucci), por su parte, es un auténtico volcán de sensualidad, una devoradora de hombres, capaz de conseguir con sólo una mirada aquello que se propone… Una “femme fatale” excesiva, incluso, en su propio ambiente.
El desarrollo de la acción no es especialmente ágil, salpicado de continuo por el erotismo que rezuma Monica Bellucci, pero sin pasar por alto ciertas concesiones al humor (un tanto irónico) que son capaces de arrancarnos alguna que otra carcajada.
La aparición en escena de un amigo de François lo hace todo aún más irreal, y uno llega a plantearse si al final no resultará que lo visto hasta el momento es producto de un sueño de su protagonista.
Hasta aquí, podría decirse que la película resulta amena (sin muchas más pretensiones), pero es al entrar en escena Charly (Gérard Depardieu) cuando definitivamente perdemos el norte.
Para empezar, su papel es, si cabe, aún más cliché que los anteriores, pues parece un mafioso sacado de una producción de serie B. Daniela se debate entre uno y otro, de tal modo que el espectador se desconcierta al verla yendo y viniendo constantemente con sus maletas, sin alcanzar a ver sus verdaderos motivos.
Y cuando, por fin, uno mira el reloj y espera que en los últimos minutos esta paranoia cobre cierto sentido, llega el desenlace más estrambótico que uno podría imaginarse, reuniendo en una misma sala a todos los que han ido apareciendo durante la película, en una especie de fiesta no se sabe bien si salida de un sueño o una pesadilla…
¿El final? Creo que aquí cada uno puede sacar su propia interpretación de esta fantasía pseudo-onírica.
No hay mucho que salvar en esta película, ni siquiera a los propios actores, pues su interpretación resulta demasiado histriónica. Monica Bellucci está bien, quizás un poco fría, aunque es tónica común de todos los personajes, pero quizás se excede en ciertos momentos de dramatismo.
La historia en sí es demasiado pobre para 95 minutos de metraje, y uno acaba con la sensación de estar girando siempre en torno a la misma idea.
No obstante, hay que reconocer un último mérito a esta película: su banda sonora. Una esmerada selección de arias de ópera que, junto con una esmerada fotografía, acentúa en gran medida la expresividad de los personajes, de por sí bastante pobre.
Lohengrin
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