• Por AlohaCriticón

EL NOVIO DE MI MADRE (2007)

Dirección: Amy Heckerling.

Intérpretes: Michelle Pfeiffer, Paul Rudd, Tracey Ullman, Jon Lovitz.

En la ciudad de Los Angeles reside Rosie (Michelle Pfeiffer), productora televisiva que no está pasando una buena racha. Su programa no funciona, el ambiente laboral está lleno de tensiones, su vida amorosa está vacía, y su hija ya ha dejado de ser una niña para comenzar a flirtear con chicos.

En este ambiente, Rosie se enamora de un joven actor llamado Adam Perl (Paul Rudd). La diferencia de edad puede ser un obstáculo para la relación.

Después de bastantes años sin mostrar su bello rostro en la gran pantalla, Michelle Pfeiffer se asomó de nuevo en el año 2007 en varias ocasiones. Una de ellas fue en esta comedia romántica que emplea el clásico “arrejuntamiento” de pareja dispar para configurar unas situaciones de humor y romance (en combinación desequilibrada de momentos cómicos con momentos dramáticos) en torno a esa disimilitud entre los componentes de la relación amorosa.

Si a ello le sumamos un aspecto fantástico (con una censora “Madre Naturaleza” que interviene sin explicarse el vínculo que mantiene con total naturalidad con Michelle), y la ubicación de la pareja en un ambiente laboral de extrema competencia (con celos profesionales, estrategias de audiencia, etc., etc.) pues ya tenemos bases suficientes para idear unos cuantos chistes antes del previsible final feliz-sentimental.

La “Madre Naturaleza” citada aporta (a pesar de ser pelma a más no poder) lo mejor del film, con un prólogo (después es pesada, pesada) que parece satirizar la obsesión estética de una sociedad acomodada y consumista cuyas necesidades básicas están cubiertas y busca prorrogar artificiosamente su juventud (y su bobería) con injertos, implantes y demás adornos de cirugía y modas.

Lo que parecía un buen comienzo, con un montaje bastante apañado que establece un recorrido histórico por diferentes etapas evolutivo-sociales, poco a poco se va adocenando con un reiterado acopio de situaciones centradas en el complejo de edad de la Pfeiffer, quien no piensa más que en conservar toda la vida su cinturita de avispa, su vientre plano y su culito en pompa.

Si la insistencia de este complejo banal fuese visto como crítica a la tontería obsesiva de la estética en una sociedad aparente y superficial pues aún sería soportable, pero es que tal complejo es visto como una tragedia (vamos, como si fuese un delito envejecer), con lo que se contradice con el tono satírico adoptado en el “prefacio natural”.

Más allá de ello, hay que sufrir las cuitas amorosas de la hija de Michelle (que no se sabe a qué viene en su cuarto lo de los posters de Jimi Hendrix y Johnny Rotten) en una relación materno-filial bastante insulsa, las censuras de la “Madre”, las constantes gracietas forzadas de Paul Rudd, que al principio pueden causar simpatía, pero al final terminan cargando, y un final cantarín-sensiblero que recuerda a las peores comedietas ochenteras.

Para enaltercer un tanto la historia aparece de vez en cuando Jon Lovitz (el ex de Michelle Pfeiffer) en plan simpático con su obsesión (aquí si que hay cierta sátira), se colorea de forma estridente, y se escuchan canciones conocidas (en especial a los Cure, que deben de ser los favoritos de Amy Heckeling, porque suenan a tutiplén) como fundamento de múltiples referencias pop en torno al cine, los famosos y la música, otro truco, que empacha más que nada, para solapar las flaquezas de la historia.

Enlaces

Michelle Pfeiffer

Paul Rudd

Saoirse Ronan

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