• Por Antonio Méndez

la conversacion cartel critica the conversationDirección: Francis Ford Coppola.
Intérpretes: Gene Hackman, John Cazale, Allen Garfield, Harrison Ford.

Con guión de Francis Ford Coppola (“El Padrino”).

Sinopsis

Harry Caul (Gene Hackman) dirige una operación de espionaje para grabar la conversación que mantiene una pareja (Cindy Williams y Frederic Forrest) en la Plaza Unión de San Francisco.
Esta conversación, contratada por un empresario, parece conllevar un posible asesinato, hecho que aturde psicológicamente a Harry.

Crítica




la-conversacion-foto-critica-gene-hackmanIntriga psicológica dirigida y escrita por Francis Ford Coppola con un Gene Hackman excepcional y con Harrison Ford en un importante papel secundario, uno de los primeros papeles de entidad de su carrera.

La película, neonoir con huellas de “La Ventana Indiscreta” de Alfred Hitchcock y del “Blow Up” de Michelangelo Antonioni, crea un misterio destacado por su atmósfera obsesiva, paranoica, alucinatoria… sobre sentimientos de culpa, de cargos de conciencia.




Coppola maneja con mesura la historia, recreándose en las angustias del solitario e irritable Hackman, solo liberadas por la interpretación del saxofón y tensionadas en cualquier situación que altere su seguridad, su intimidad, su privacidad.
Al margen del equilibrio narrativo con eficacia emocional-psicológica, es destacada también la ambigüedad que ayuda a intensificar los motivos y acciones de sus protagonistas.

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la-conversacion-the-conversation-criticaHarry Caul (Gene Hackman) es el mejor técnico de seguridad privada. Discreto, anónimo y solitario, sus métodos de escucha secreta son la envidia de todo el sector. El director de una gran compañía le contrata para que grabe las conversaciones de dos de sus empleados (uno de ellos, la mujer del director). En el pasado, el aparentemente inofensivo trabajo de Harry condujo a la muerte a tres personas. Ahora Harry tiene indicios para temer que pueda volver a suceder y no está dispuesto a permitirlo.

En cine, como en literatura, atrapar la atención del espectador/lector desde el prólogo, es fundamental a la hora de conseguir que se convierta en testigo principal de la narración de unos hechos. En arte cinematográfico tenemos célebres ejemplos: en el pasado, “Sed de mal”, de Welles, y más recientemente, “Ojos de serpiente”, de Brian De Palma. Pues bien, entre ambas películas podemos encontrar la secuencia inicial de “La conversación”. Un larguísimo y lento picado, iniciado a vista de pájaro y que, poco a poco, va fijando la cámara sobre un mimo en una concurrida y amenizada plaza de la ciudad de San Francisco.


Próximo al personaje del mimo, y como comienzo del relato, está el personaje de Harry Caul (Gene Hackman), detective privado, músico de jazz en sus ratos libres y católico recalcitrante con una acendrada culpabilidad por los daños colaterales causados por su profesión (admírese la secuencia del confesionario). En clave cómica, pudiera parecernos un personaje sacado de la factoría de Woody Allen.

Efectivamente, la personalidad de Hackman tomará el discurso narrativo de la película, sintetizándose en la imagen de un choque de trenes: por un lado, el expreso profesional de alta cualificación, con destino a la cumbre del sector de la seguridad privada, y por otro, el mercancías introversión e inseguridad emocional, con llegada al abismo insondable de las tinieblas humanas.

Para aquellos que puedan tener sus reticencias para sentarse y ver la película, que sepan que, dentro de la carrera de Coppola, la misma se sitúa entre “El Padrino” y “El Padrino II” (a continuación rodaría “Apocalypse Now”), casi nada. Es decir, el estro de Coppola se encontraba en su cúspide.




Si dicho argumento no fuera del todo convincente, indicar que Coppola se apoya en intérpretes sólidos y de su confianza: Cazale, Duval y un jovencísimo Harrison Ford, entre otros. Mención aparte para el gran Hackman. Si en muchas de sus películas le reconocemos por representar a tipos que están de vuelta de todo (Popeye Duke en “French Connection”, o el sheriff Little Bill Baggett en “Sin perdón”), la inestabilidad emocional que inyecta al personaje de Harry Caul y que hace creíble al propio espectador, da como resultado que una vez más se tenga que reivindicar su figura y colocarla en lo más alto del panorama interpretativo cinematográfico.

Alberto Alcázar

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