Dirección: Steven Spielberg.
Intérpretes: Mark Rylance, Ruby Barnhill, Rebecca Hall, Penelope Wilton.
Película basada en un libro de Roald Dahl (“El Gran Gigante Bonachón”, Editorial Alfaguara). Con guión de Melissa Mathison (“E. T. El Extraterrestre”, “La Llave Mágica”).
Sinopsis
Una niña londinense llamada Sophie (Ruby Barnhill) encuentra un gigante (Mark Rylance) de buen corazón que es marginado por los otros gigantes, ya que rechaza comerse a los niños.
Crítica
Steven Spielberg adaptó en esta película un libro de Roald Dahl que parece inspirado en parte en obras anteriores, como las Alicias de Lewis Carroll o “El Mago De Oz”.
Narra una historia de fantasía en tono agridulce protagonizada por una niña huérfana y solitaria, que sufre insomnio y es raptada por un gigante bonachón, un ser noble con tanta soledad como la niña. Es un cazador de sueños que la traslada a su país en donde se enfrentarán a los gigantes malvados comedores de humanos. Estamos ante un combate entre el bien y el mal con el protagonismo de dos personajes diferentes y desamparados que crean una amistad de protección mutua.
Spielberg utiliza la técnica de “captura de movimiento” para crear a los gigantes, destacando sobre todo la caracterización de Mark Rylance. Visualmente es estupenda, la ambientación, el diseño artístico… Se configura con talento un Londres de cuento de hadas que evoca a Charles Dickens, la isla de los gigantes, el interior de la cabaña.
El aspecto técnico es muy plausible, pero la película es fallida. Su ritmo es demasiado lento, le falta chispa, gracia, resulta plana, no consigue emocionar y se hace excesivamente larga.
El inicio de la película es prometedor y dinámico, pero el interés se va diluyendo con el paso de los minutos. Se estanca en su interminable tramo medio que transcurre en el mundo de los gigantes, con reiteraciones y momentos poéticos que terminan amodorrando su fantasía, para culminar en un tramo final de ambiente cortesano más cerca de la caricatura con gags gruesos que de otra cosa.
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