Dirección: Anthony Mann.
Intérpretes: James Stewart, June Allyson, Harry Morgan, Charles Drake.
Con guión de Oscar Brodney (“El Invisible Harvey”) y Valentine Davies (“En La Costa Azul”).
Sinopsis
Tras unos esforzados comienzos en el mundo de la música, el compositor y trombonista Glenn Miller (James Stewart) termina triunfando al frente de su propia big band en el mundo del jazz. Siempre a su lado y como apoyo se encuentra su esposa Helen (June Allyson).
Crítica
Anthony Mann y James Stewart alejados de los escenarios del western (juntos firmaron una serie de excelentes películas de este género, significadas principalmente por la simbiosis psicológica entre tales escenarios y personajes) para recrear en el lacrimógeno título “Música y Lágrimas” (“The Glenn Miller Story” en su versión original) de manera muy elemental la vida del gran músico Glenn Miller, uno de los nombres fundamentales del swing.
La mirada de Mann resulta ágil, tratando su aspecto cronológico con resuelta economía. El film se conduce con tono ligero, amable, incluso con algún aporte de humor benévolo. Además siempre es agradable ver en pantalla a un James Stewart perfecto en el papel principal, con la película tintada de manera espléndida en suntuoso Technicolor por William Daniels, por lo que en conjunto resulta un visionado muy agradable a pesar de que desperdicia una perspectiva más incisiva, más real, de la importante figura como músico de Miller.
Sí que es cierto que aborda sus inicios como arreglista, sus ilusiones y su empeño en progresar como músico y alcanzar un objetivo sonoro en el mundo del jazz, la consecución del éxito y el conocido final de su existencia, pero todo resulta demasiado esquemático, precipitado, melifluo, como así lo es también la poco estimulante y melodramática relación amorosa con June Allyson, pivotando demasiado el asunto en una relación que tampoco presenta demasiadas vertientes ni posee demasiado peso.
Se agradecen, eso sí, las apariciones de mitos del jazz como Louis Armstrong, Barney Bigard, Ben Pollack o Gene Krupa y, claro está, siempre es una maravilla escuchar clásicos inmortales como “Moonlight Serenade”, “Chattanooga Choo Choo” o “Pennsylvania 6-5000”.
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