• Por AlohaCriticón

paseando a miss daisy cartel poster driving miss daisyDirección: Bruce Beresford.
Intérpretes: Jessica Tandy, Morgan Freeman, Dan Aykroyd, Patti Lupone.


Miss Daisy Werthan (Jessica Tandy) es una anciana sureña adinerada que mantiene una estrecha relación amistosa con su chófer, un hombre negro llamado Hoke Colburn (Morgan Freeman).

Honesta película esta de Bruce Beresford en la que consigue el nada despreciable resultado de lograr burlarse de las diferencias raciales-sociales que hace unos veinte años dominaban la vida social de la clase sureña americana.

Con un relato intimista, deliciosp, y muy bien construido aunque quizás poco profundo para lo que se puede esperar de una historia como esta, echa por tierra del modo más bello que puede haber todos los alegatos racistas aunque no clasistas.




Con una factura delibedaramente colorista, positiva y algo mágica quizás que llama a sur pero también a optimismo y alegria de vivir, se construye una historia dotada de una narracion digna de ser envidiada por cualquier contador de relatos.

La relación entre la pareja protagonista es sin duda el centro del guión y además constituye la parte mas lograda. Toda la cinta esta llena de detalles entre ellos puestos tras la cámara con mucho oficio ya que consiguen transmitir al espectador las intenciones que en un principio se tenían o se querían reflejar.

Es admirable lo bien medida que está la evolución de la amistad que surge entre la dama y su chofer.

No se cae en reiteraciones sino que todo lo que ocurre entre ellos sirve para formar la idea pretendida en un principio, todo está calculado de un modo muy preciso y complejo sin embargo la película ofrece un plantemiento y estructura muy sencillos y digeribles para el gran público.


Las grandes interpretaciones es evidente que ayudan a aportar verdad y autenticidad y ambas son realmente importantes para contribuír a elevar la película en calidad y en definitiva en transmisión, sin embargo es su acertadísimo final lo que definitivamente acaba dándole el toque final a todo el conjunto, pues resulta perfecto como cierre de todo lo que se expuso detrás.

Además es la prueba de que un buen final no tiene porque ser sorprendente u ofrecer un cambio brusco de guión que despiste al más avispado.

Es realmente convincente porque es esclarecedor pero de un modo reposado, es como si constituyese el episodio final de una serie de capitulos muy bien trenzados y tan bien medidos que se necesitan unos a otros para poder entender el resultado, que no se comprenderia de igual modo si faltase alguno de ellos.

Pablo González Taboas

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