Dirección: Davis Guggenheim.
Intérpretes: Película documental.
El que fuera candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos en el año 2000, Al Gore, ha pasado a convertirse en el abanderado de la salvación del planeta azul, frente al peligro imparable del calentamiento global.
El documental es una traslación a la pantalla, de la conferencia que sobre el particular está ofreciendo a lo largo y ancho del mundo.
La filmación de “Una verdad incómoda” debe mucho a la frase con retranca que suelta su principal protagonista en el prólogo de su exposición: “Me llamo Al Gore y fui el próximo presidente de los Estados Unidos.”.
Si el señor Gore hubiese sido el inquilino de la Casa Blanca, dudo mucho que nos hubiera cantado las verdades que tenemos la oportunidad de oír en esta cinta rodada por Davis Guggenheim; al menos, de la forma en como lo hace aquí.
Lo cierto es que Gore quedó contagiado de la curiosidad por la degradación de la Tierra, por culpa de un profesor suyo, Roger Revelle, que se dedicó a estudiar los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, convirtiéndose desde entonces en un adalid en defensa del “pequeño píxel” en la inmensidad del universo.
Con una grandilocuente puesta en escena, Al Gore, con las tablas que Dios le ha concedido, hace un recorrido didáctico-apocalíptico por las causas, consecuencias y prevenciones del cambio climático del planeta.
Alternando las secuencias de la conferencia, Guggenheim incluye cuñas de la vida personal de Gore y de su incidencia en su preocupación medioambiental: el accidente de su hijo, el fallecimiento por cáncer de pulmón de su hermana, e incluso, el famoso tejemaneje del recuento de papeletas en Florida.
Finalmente, Melissa Etheridge cierra este documental cantando “I need to wake up”, mientras se insertan consejos para conseguir una efectiva reducción de ese fuego lento que, al igual que a la pobre ranita, nos va sofocando por momentos.
Una llamada a la movilización ante un problema que avanza lenta pero progresivamente. Pásalo.
Alberto Alcázar