• Por AlohaCriticón

white noise cartel criticaDirección: Geoffrey Sax.
Intérpretes: Michael Keaton, Chandra West, Deborah Kara Unger, Ian McNeice.


Jonathan Rivers (Michael Keaton), con la intención de ponerse en contacto con su esposa asesinada, Anna (Chandra West), utiliza el EVP, técnica mediante la cual se graban voces de los que han fallecido a través de transmisiones en aparatos electrónicos.
Tras el contacto, Jonathan es requerido por su mujer para que prevenga las futuras muertes que pueda cometer el psicópata que terminó con su vida.

El tema de la vida y la muerte es un asunto muy trillado, que hemos visto en infinidad de películas, algunas buenas, otras malas y unas que definitivamente son una zahúrda, pero este no es el caso de este estrepitoso y bien maniobrado filme con una trama de suspense y terror que expresa un excelente mensaje de interpretación y angustia plasmados en la pantalla de una forma loable por Michael Keaton, el cual regresa al cine después de una ausencia de casi cuatro años, esta vez lo hace como el esposo consternado (también padre, pero este aspecto no es muy destacable) que ha perdido a su mujer en un accidente, o al menos esto se piensa y en un intento de comunicarse con su esposa en “El más allá” se generan situaciones de vida y muerte.




El filme peca de un inicio trillado, que expresa la muerte, la consternación, angustia y algo que se podía tomar como negación; también por que su tema en esencia “parece muy trivial”, pero ¡Cuidado!, pues primero parece ser que el tema principal es: ¿qué hay en el más allá?, después se convierte en ¿qué es lo que quieren los habitantes del más allá? y por último ¿habré interpretado bien el mensaje emitido del más allá?, esto es un eslabón que desencadena una película en etapas efímeras pero concisas, desarrolladas de forma sutil para que el espectador no se dé cuenta del twist final (el cual no es muy sorprendente, y para algunos un poco incongruente) el cual para mi fue el adecuado, pues explica ciertas cosas desarrolladas en este título.

El problema de “White Noise” es que pudo haber aportado varios mensajes psicoanalíticos pero no quiso, pues se enfocó más en el aspecto terrorífico de la película que en el aspecto dramático y psicológico; en lo personal cuando hago una crítica califico muchas cosas, pero en esencia son tres: el mensaje, el propósito del director y la originalidad con que se plasma lo anterior. En este caso el propósito del director es muy obvio, crear un filme de suspense y terror que provoque sobresaltos por cualquier mínimo detalle, aspecto que se cumple de una forma majestuosa, pues no importa que te prepares para el sobresalto, simplemente te asustas en el momento indicado, con una música que no es muy original pero que provoca ese ritmo de taquicardia que te mantiene al borde de la silla, logrando la atención del espectador hacia cada detalle, cada sombra o silueta en panorama; así que Geoffrey Sax se ha pulido en esta película.


El mensaje está un poco escondido, pero si se le encuentra se podrá ver que está acompañado de unos cuantos más, los cuales para mis gusto podrían haber estado mejor empleados en el filme, pero como ya dije, fue cuestión de querer, no de poder.

Lo destacable de este título es que un tema muy usado lo han convertido en un tema fresco y sin ataduras, que aunque se basa en el concepto de bien y el mal, las premoniciones, las visiones, la vida, la muerte, la forma de evitarla, los fantasmas y todos esos conceptos llevados un sinfín de ocasiones a la pantalla, esta vez han logrado un shock, la cual provocará satisfacción o disgusto en el publico (especialmente por el final), pues si el espectador se percata del mensaje también se podrá dar cuenta de ciertos errores, pero como se trata de fantasmas, nadie sabe a ciencia cierta a lo que se atiende o a lo que se refiere, así que el director no sólo se enfrentó al reto de una adaptación trillada, sino que también a aventurarse en un tema que no es abstracto y es muy liberal; así pues mientras yo le doy tres estrellas, habrá algunos que opinen que no se merece ni las dos estrellas, esto, cuestión de gustos diría yo.

Lucio Ávila

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