Dirección: Ken Loach.
Intérpretes: Dave Johns, Hayley Squires, Sharon Percy, Briana Shann.
Con guión de Paul Laverty (“El Olivo”, “El Viento Que Agita La Cebada”).
Sinopsis
Daniel (Dave Johns) es un carpintero de mediana edad que, tras sufrir un accidente, lucha por conseguir una ayuda social del Estado.
Crítica
Drama de denuncia social de Ken Loach que trata temas como la perversión de la burocracia, la desocupación, la precariedad laboral, una crítica a las aparentes sociedades del bienestar, a sus entramados de servicios sociales, oficinas de empleo, cursos, subsidios, apelaciones… al sistema británico de salud.
Daniel Blake (Dave Johns) ha sufrido un infarto en una obra.
Se encuentra en fase de recuperación, su médica no le da el alta, pero la trabajadora social lo considera apto para trabajar, por eso no reúne las condiciones para ser beneficiado de ninguna de las ayudas que ofrece el Estado, ingresos que para él son imprescindibles.
Ésto hará que se tenga que enfrentar a un infierno burocrático de llamadas atendidas por anónimas grabaciones, requisitos imposibles y formularios online, con el hándicap de ser un analfabeto informático. Esta crítica a la burocracia se enfoca en muchos momentos con sentido del humor, lo cual es de agradecer.
En una de sus visitas a las oficinas de los servicios sociales conoce a Katie (Hayley Squires), madre soltera de dos niños en una situación económica muy precaria que se ha trasladado desde Londres a Newcastle para ocupar un piso que le han otorgado.
Este encuentro provoca que el personaje cascarrabias saque fuerzas para su cruzada particular, conseguir que los servicios sociales no le toreen y ayudar a Katie a instalarse en su nueva casa y salir adelante.
Los intérpretes están correctos en sus papeles, pero los retratos de algunos personajes son maniqueos (la funcionaria amable en contraposición con otros compañeros de trabajo, el vecino gracioso…).
Con el progreso de la historia, esos personajes poco importan más alla de ser utilizados como instrumentos ideológicos.
Los diálogos en ocasiones parecen imponer un pensamiento, una propaganda… todo esto hace que la carga dramática y su credibilidad se resienta, perdiendo fuerza y eficacia en el drama.
La película tiene un exceso de corrección política a la que se suma una gran sobriedad y corrección técnica.
Recurre en muchos momentos al sentimentalismo, a un exceso de dramatismo que tiene como objetivo dejar al espectador destrozado.
El empeño y el subrayado constante de situaciones convierte a la película casi en paródica.
Se echan en falta matices o puntos de vista diferenciados, además resulta bastante previsible, el desenlace se puede anticipar mucho antes de que ocurra.
Fichas en AlohaCriticón