• Por Antonio Méndez

taxi driver cartel poster pelicula movie review
Dirección: Martin Scorsese.
Intérpretes: Robert De Niro, Jodie Foster, Cybill Shepherd, Harvey Keitel.

Con guión de Paul Schrader (“Toro Salvaje”, “Yakuza”).

Sinopsis

Un ex marine insomne que ha retornado de la Guerra de Vietnam llamado Travis Brickle (Robert de Niro) trabaja como taxista nocturno en la ciudad de Nueva York. Travis, hombre solitario, inadaptado en su entorno profesional y personal, se enamora de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva mujer que colabora en la campaña electoral de un aspirante a Gobernador.

Crítica




Paul Schrader escribió el guión de este sensacional film de Martin Scorsese que retrata las preocupaciones vitales de un insomne y solitario taxista nocturno de la ciudad de Nueva York, antiguo veterano de la guerra del Vietnam, incapaz de integrarse en una colectividad que él califica de corrupta y putrefacta.

taxi-driver-robert-de-niroDesde la perspectiva vaporosa de su taxi, somos testigos de como sus múltiples prejuicios conforman una personalidad tendente hacia el comportamiento violento, una iracundia que le sirve para expulsar muchos de sus traumas obsesivos en una carnicería premeditada desde una repulsiva conciencia.


La sociedad que le ha rechazado y que él mismo intenta limpiar será la que le lleve a esa disposición en una situación catártica que paradójicamente le convierte en un héroe. Bernard Hermann pone música a una sombría y densa fotografía de Michael Chapman y el talento narrativo de Scorsese nos invita a ser partícipes de un climático paseo nocturno por el Hades particular de un personaje alienado, Travis Bickle (Robert de Niro), modelado desde los postulados políticos, económicos y sociales de una comunidad propensa a meras vacuidades.

Aunque el film pueda contener un engañoso mensaje violento como medio redentor, no es más que un fresco urbano sobre el origen de esa virulencia social desde la óptica de un personaje huraño, enfermizo, quizá producto de esa misma sociedad.

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Martin Scorsese
Robert de Niro
Cybill Shepherd
Jodie Foster
Harvey Keitel



¿Qué se puede decir de “Taxi Driver” que no se haya dicho ya? Pues que es una obra maestra, posiblemente la mejor de su director, y una de las mejores películas de los últimos 30 años, al menos a mi parecer.

La historia nos narra el progresivo envilecimiento moral de Travis Bickle (soberbio De Niro), un veterano del Vietnam que consigue una plaza como taxista nocturno ante su insomnio crónico. La fauna humana que encuentra a partir de entonces le irá convenciendo en la idea de que debe actuar para acabar con la podredumbre que habita las calles de Nueva York.

“Taxi Driver” supone la primera colaboración entre Martin Scorsese y el guionista y director Paul Schrader, una colaboración que se extendería a algunas otras películas posteriores.




Excelente guión de Schrader y excelente dirección de Scorsese, que nos hace tomar el punto de vista de Travis, de manera que el espectador ve una Nueva York gris, corrompida, infestada de gentes de mal vivir. Tal es así que nos parece incluso justificable “la misión” que lleva Travis a cabo, su particular ojo por ojo nos parece hasta lógico.

Como no podía ser de otro modo, siendo sus autores quienes son, la película rezuma pesimismo por los cuatro costados. Desconcierto e impotencia son otras de las sensaciones de Travis, a mi entender una metáfora de los Estados Unidos del momento, un país que venía de perder la infausta Guerra del Vietnam o del escándalo “Watergate”.
O como esa escena en la que prueba diversas pistolas, símbolo de la atracción por las armas de fuego de muchos americanos.


No hay lugar para la esperanza, ni siquiera se consuma el conato de historia de amor entre Travis y Betsy, por la extravagancias de este.

Hay que destacar a una jovencísima Jodie Foster, cuya edad cuando rodó la película es la de su personaje, ni 13 años. Su personaje es usado para satirizar la liberación sexual de la mujer (tan en boga por entonces), ya que se considera liberada por haberse fugado de casa y dedicarse a la prostitución.

Si a todo ello sumamos a los estupendos secundarios (Shepherd, Keitel, Brooks) y una envolvente banda sonora del mítico Bernard Herrmann (que murió el día que acabó de grabar la música), obtenemos una obra maestra, como he dicho, que no envejece con el tiempo.

David García



En cada calle, en cada ciudad, hay un don nadie que sueña con ser alguien. He aquí el oscuro principio detrás de una de las piedras angulares de la cinematografía mundial.

Posiblemente el testamento fílmico mas notorio que ha legado el italo americano Martin Scorsese, quien junto al guionista Paul Schrader y al actor Robert De Niro, dibuja de manera cruda y punzante el infierno particular de un huraño veterano de guerra, sin mas remedio que dedicar sus noches de insomnio a conducir un taxi por la gran manzana; y a emprender con el paso del tiempo una misión suicida en la que pretende acabar con la escoria que habita como dueña y señora de la jungla de asfalto.

El taxi como símbolo de la soledad y de la creciente perturbación mental de Travis Bickle, como una bomba de tiempo recorre las avenidas neoyorquinas siendo testigo directo del vertiginoso descenso de la sociedad hacia los abismos de la miseria y la depravación, un peligroso panorama en donde hallará a sus dos únicas razones para continuar su azarosa existencia, la bella colaboradora de campañas políticas Betsy (Cybille Shephard) y la prostituta infantil Iris (Jodie Foster) dos mujeres por las que el enigmático taxista iniciará su anhelada obra redentora que implica necesariamente el uso de la fuerza, acción por la que la misma sociedad que el condena lo convertirá paradójicamente en héroe.




Scorsese, un católico; y Schrader un calvinista, erigen esta sobrecogedora metáfora de tintes bíblicos (no en vano Scorsese ya había leído por ese tiempo una copia de ‘la ultima tentación de cristo’ de Nikos Kazantzakis y en su juventud estuvo a un paso de dedicarse al sacerdocio) la intención mística es evidente desde los títulos principales, en los que el vehiculo de Bickle aparece de entre el vapor de las alcantarillas como una bestia abriéndose paso por el averno, y si a eso se le suman las melancólicas y cuasi fantasmagóricas notas orquestales de Bernard Herrmann, y a un inusual desenlace, podría decirse que se trata más de una fantasía mortuoria que de la realidad misma.

Una obra maestra, arrolladora y sensacionalista, que retrata con sapiencia la paranoia y las ansias vehementes de un personaje movido por el pesimismo y la ira.

Pierluigi Puccini

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