• Por AlohaCriticón

brother movie poster cartel peliculaDirección: Takeshi Kitano.
Intérpretes: Takeshi Kitano, Claude Maki, Omar Epps, Masaya Kato.


Yamamoto (Takeshi Kitano) es un yakuza forzado a abandonar Tokio después de ser traicionado por su clan.
Trasladado a los Estados Unidos, se reencuentra en la ciudad de Los Ángeles con su hermanastro Ken (Claude Maki), quien trabaja como traficante de drogas. Poco tiempo después Yamamoto se convertirá en uno de los principales líderes criminales de la urbe angelina.

Es conocido como “El Clint Eastwood Oriental”.

Algunos de los títulos de su propia filmografía como “Violent Cop” (su primera película) o “Hana-Bi, Flores de fuego” así lo demuestran.

Además, su trayectoria profesional y su estilo (aunque diferentes, sí son personales), son similares a las del actor y director norteamericano.

Como el realizador de “Sin Perdón”, su cine es un cine de autor en toda regla, pues además de dirigir también actúa, escribe sus guiones, produce y monta sus películas.

Takeshi Kitano (o Beat Takeshi, sobrenombre que utiliza cuando ejerce como actor) es, sin duda alguna, uno de los directores más personales, influyentes e interesantes del panorama cinematográfico actual.




El peculiar uso de la violencia (aquí como máximo exponente), el uso de un extraño y curioso humor negro con la que impregna sus películas, envolviéndolas en un halo de rareza u extrañeza, a la par que fascinante; la capacidad de combinar escenas de una violencia extrema con algunas de un lirismo fascinante…

Son señas personales (que conste que tan sólo estoy ciñéndome a “Brother”) que indican que estamos ante un director diferente, provocativo (como Tarantino, es muy discutido el uso que hace de la violencia en sus películas) y, sobre todo, personal.

Después de su anterior película, “El Verano de Kikujiro”, rodada en su Japón natal, le llegó la hora de dar el salto hacía el mercado occidental con esta película rodada completamente en inglés.

Pero nada más lejos que adaptarse a los moldes hollywoodienses, éste opta por hacer su propia película, alejada de éstos estereotipos, aplicando, en cada fotograma, el sello de cine de autor que le caracteriza, pues todas sus constantes, su estilo y su impronta personal son palpables a simple vista…


Un conjunto de señas personales (apuntadas anteriormente) que, aún habiendo estado la película rodada en los EEUU, mantienen el espíritu de un cine de autor que se aleja (para bien) de los cánones tan manidos que se estilan en Hollywood.

Aniki Yamamoto (un Takeshi Kitano que tan sólo un “tick” facial (consecuencia de un accidente) le hace mover algún que otro músculo de su cara) es un sicario de una de las familias más importantes de la Yakuza.

Su misión consiste en guardar las espaldas de su jefe, a pesar de que ello signifique la entrega de su propia vida.

Pero con el asesinato del líder de la familia, éste se siente perdido, pues esa protección justificaba el despliegue de una violencia brutal que Yamamoto ejercía con la frialdad de un hombre sin aparentes sentimientos.

También se siente perdida y amenazada su propia banda, que ahora se siente a merced de la familia rival, cuya no unión, significaría la masacre total.

Así las cosas, se acabarán por unir las dos familias, a excepción de Aniki, que con su tozudez acaba por buscarse que la familia rival pida su cabeza en bandeja de plata.

Esa será la causa por la que Yamamoto decida huir a los EEUU, donde reside su hermano de sangre, un camello de poca monta que vive bajo el amparo de unos matones de pueblo.

Así, sin saber nada de inglés y con su hermano como único vínculo hacía el mundo occidental, encontrará, en la protección de su hermano y sus amigos (en especial su creciente y estrecho vínculo de amistad con el personaje interpretado por Omar Epps), una nueva justificación para poder así desplegar de nuevo la violencia que siempre lo había caracterizado.




A su vez, configura alrededor de él un pequeño Imperio de la Mafia con vistas a dominar los demás territorios.

Pero estos territorios están bajo posesión de un conglomerado de Mafias de todas las etnias que lucharán contra el nuevo poder creciente de la banda de Yamamoto.

La unión con un importante jefe de la zona, también japonés, hace la familia expandirse aún más… hasta que acaben por toparse con la inevitable e ¿infranqueable? barrera de los poderosos italianos, que acaban por frustrar la expansión de la floreciente banda.

Es por lo tanto, más o menos, el auge y caída de un pequeño Imperio surgido a raíz de la nada y nacido mediante la violencia, de un hombre movido por la misma.

Pero a diferencia del Tony Montana de “El Precio Del Poder”, que no era consciente de la autodestrucción a la que estaba abocada su particular Imperio (al menos en apariencia), Yamamoto si que lo sabe… es consciente de sus actos y sabe que se ha sobrepasado la línea de lo permitido, esa línea de la que ya no hay vuelta atrás posible, una vez se ha cruzado…

Y es que, aunque parezca que no, a pesar de que no mueva ni un solo músculo de la cara, hay mucho interés en el personaje de Yamamoto, pues detrás de sus miradas justicieras, sus silencios y su falta de escrúpulos hay algo de entrañable en este hombre taciturno y de pocas palabras, pues a lo largo de toda la película, Kitano nos da pequeños detalles y datos que nos permiten ir conociéndolo poco a poco (incluso en el mismo final de la cinta)…

Pero esta fascinación por un personaje como Yamamoto se hace un poco preocupante, pues está demasiado lejos de ser un héroe, un personaje carente de moralidad a la hora de derramar sangre, un personaje que se ampara en la violencia más brutal (y verdadera dueña de sus actos), sin llegar a parpadear cuando llega la hora de ejecutarla.

Cuando se habla de “Brother”, creo que es imposible eludir el tema de la violencia, pues, como he ido diciendo, ésta es muy presente aquí… es más, hasta se podría hablar de que ésta fuera aquí una protagonista más, pues, si se mira bien, es uno de los motores que mueven la historia y, ella, rodea, sin excepción, a los personajes, pues todos ellos, ya sea de una manera u otra, se ven envueltos en su espiral autodestructiva (sin ir más lejos y como ya he dicho, el personaje de Yamamoto utiliza la violencia como voz de sus actos).

El encadenamiento de la guerra entre familias y los asesinatos por doquier, son la base y la justificación para el brutal despliegue de la violencia que Kitano muestra en esta película… una violencia, dicho sea de paso, que ralla los limites de los soportable (aunque aderezadas por el uso de ese característico humor negro tan tarantiniano a veces.).



Como ocurría en “Uno de los Nuestros”, donde la violencia estaba justificada totalmente, en “Brother” tampoco hay violencia gratuita, pues ésta es una historia de Yakuzas, de gángsters (como diría Tarantino: ¿como no va a ser una película violenta?)…, la violencia, por lo tanto, es necesaria para comprender el entorno (tan lejano a cualquiera de nosotros) que rodea a los personajes.

Es cierto que hay alguna que otra frivolidad y licencia (como por ejemplo, el hecho de que un montón de cadáveres estén colocados en el suelo formando el logotipo de la productora de Kitano (Office Kitano)).

También es cierto que juega mucho con el exceso… aunque personalmente no me voy a meter en eso, pues tampoco me interesa.

Pero este torrente de violencia que fluye en “Brother”, tiene el curioso contrapunto en el lirismo de algunas escenas (ese avión de papel volando entre los edificios, o las mismas secuencias de los tiroteos entre bandas iluminadas por los fogonazos de pistolas y fusiles) y en otras donde reina la calma y confluyen sentimientos (cada vez que comparten solos escena Yamamoto y el personaje interpretado por Epps).

Son secuencias que, en medio de tanta violencia y, además de ofrecer pequeños respiros a quien la ve, no paran de seguir aportándonos datos diversos.

Algo también curioso y digno de mención es que, dentro de la misma cinta, se pueden encontrar diversos géneros que se entremezclan de manera bastante curiosa y no menos brillante.

Esto se ve, sobre todo, en su final, donde comedia, aderezada como siempre con humor negro, y drama se dan cita en una misma secuencia…

Y es que, como la fascinación que despiertan a ojos extraños los bellísimos y espectaculares tatuajes en las espaldas de los yakuza, asistimos, también fascinados, a todo un ejemplo de buen cine como pocas veces se ve.

Con escenas acompañadas de una elegante y fascinante banda sonora a cargo de Jô Hisaishi (un habitual en el equipo de Kitano), y digna de poder situarse entre los mejores títulos del cine gangsteril, aunque lejos de ser una película cualquiera dentro éste género (y de cualquier otro), Kitano, desde su personalísimo punto de vista cinematográfico, construye con “Brother” su particular visión del turbulento mundo de las Mafias, ya sean japonesas, italianas, mejicanas… eso sí, con especial predilección por la Yakuza, pues para algo es japonés.

Cine de autor en estado puro.

Daniel Jiménez Pulido

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