• Por Antonio Méndez

suspense jack clayton the innocentsDirección: Jack Clayton.
Intérpretes: Deborah Kerr, Meg Jenkins, Pamela Franklin, Martin Stephens.

Con guión de William Archibald (“Yo Confieso”), Truman Capote (“La Burla Del Diablo”) y John Mortimer (“El Rapto De Bunny Lake”).

Sinopsis

Inglaterra.
La señorita Giddens (Deborah Kerr) llega a Bly para trabajar en una gran casa de campo como institutriz de dos niños huérfanos, Flora (Pamela Franklin) y Miles (Martin Stephens), tras ser contratada por su tío (Michael Redgrave).
Pronto, la institutriz percibe extrañas apariciones y comportamientos que le llevan a creer que los niños están poseídos.

Crítica




suspense-the-innocentes-critica-peliculaUna excelente Deborah Kerr protagonizó esta adaptación del libro “Otra Vuelta De Tuerca” de Henry James que contó con la colaboración de Truman Capote como guionista.

Dirigido por el británico Jack Clayton, se trata de un destacado film de terror fantasmal e intriga psicológica en ambiente victoriano-gótico, con buen uso tanto de exteriores como de interiores, y el clásico empleo de la imagen infantil para crear situaciones de misterio e intriga, aquí sobre un pasado turbio que implica a una pareja muerta.

El mayor mérito de la película, además de la interpretación de Kerr, es crear con elegancia estética una narrativa con sugerente atmósfera de ambigüedad en torno a los hechos que suceden, moviéndose entre lo paranormal, la esquizofrenia, el onirismo, lo poético y la alucinación.
¿Existen los fantasmas? ¿Todo es producto de un desequilibrio mental?

Al logro atmosférico colabora el sensacional trabajo fotográfico de Freddie Francis en blanco y negro, y la partitura musical de Georges Auric.
También es sobresaliente la participación del niño Martin Stephens, visto un año antes en “El Pueblo De Los Malditos”.
Recomendable.

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Deborah Kerr




suspense-deborah-kerr-foto-reviewInglaterra, siglo XIX. Miss Giddens (Deborah Kerr) es una institutriz que acude a una mansión para cuidar a Flora (Pamela Franklin) y Miles (Martin Stephens). Conforme avanza el tiempo la mujer percibirá extrañas sensaciones alrededor de los niños que parecen indicar su posesión por los espíritus de sus anteriores tutores.

Una maniobra de engaño facil al espectador; engaño porque siempre resulta sorprendente el desenlace de cada uno de los acontecimientos a lo largo de la trama, y facil porque tales sorpresas no suponen un esfuerzo en su asimilación, ni mucho menos. “The Innocents” es efectivamente una vuelta de tuerca más para una historia fantástica en la que no sólo un niño, sino dos, son los testigos inocentes de la presencia de fantasmas paseándose por el caserón en el que se hallan aislados de todo contacto con su tío, y al cuidado de una bella institutriz; así se lo propuso Henry James en su obra y con el mismo espíritu es trasladado a la pantalla. Afortunadamente: hay diferencias, las diferencias propias entre soportes comunicativos y artísticos tan diferentes como son el cine y la literatura. Afortunadamente.


“The Innocents” juega con los puntos de vista. La película manipula al espectador (o lo intenta, al menos) porque la forma que tiene de contar lo que está sucediendo no es en ningún caso objetiva: no son objetivas las imágenes y tampoco los diálogos seleccionados; vemos lo que la cámara nos enseña y oímos lo que ciertos personajes están diciendo en momentos concretos… pero no lo abarcamos todo, no tenemos una visión omnipotente de las circunstancias (y no estoy hablando del viejo conocido narrador “omnisciente”, que eso es otro tema puramente literario) y por eso estamos condenados a creer lo que se nos cuenta y punto, aunque sea contradictorio.

La película parte del final, para contarnos lo sucedido desde el principio, o mejor dicho: desde la llegada de la institutriz a la casa, puesto que ya habían sucedido muchas otras cosas antes, y en eso mismo consistirá la trama: en la reconstrucción de los acontecimietos anteriores a la llegada de la intrépida institutriz protagonista. A partir de aquí, todo lo que sucede en la pantalla va a estar filtrado por la percepción de esta mujer, a quien estamos condenados a creer ciegamente, inocentemente.



Es bien cierto que el espectador ya está hecho a este tipo de historias, sabe cuando se supone que debe dudar ante lo que está viendo (el género de suspense ha sido, es y será muy exitoso) pero aún así, hay veces en que la historia a la que se enfrenta logra superar su “control sobre la situación” y acaba siendo engañado. Afortunadamente.

Que Mrs. Giddens (quien por cierto, en la versión literaria no es nombrada jamás) sufra alucinaciones durante toda la película y “en ocasiones vea muertos” es una posible interpretación, pero entonces no tendría sentido que el dulce Miles muriese en brazos del fantasma llegado el final; si por el contrario suponemos que la protagonista no está loca y que, por tanto, sus palabras iniciales “lo único que quiero es salvar a los niños, no destruírlos” son la explicación a sus deseos de proteger a los pobres hermanitos con dotes de mediums, habría que suponer que este par de criaturas son cualquier cosa menos inocentes (Miles y Flora, el soldado y la primavera) porque consiguen hacerle la vida imposible a la pobre mujer, que ya no sabe si defenderlos ante lo paranormal, o jugar con ellos al juego de los fantasmas: ellos fingen no saber nada y ella finge no saber que ellos saben nada… cuando en realidad, todos se están cruzando con los espíritus de criados muertos por el pasillo de la casa.

En definitiva, puede decirse que la película es brillante, es compleja y engaña facilmente, pero es frustrante: nos quedamos con dudas porque perseguimos la verdad, porque queremos saber más que la institutriz, pero la verdad no hay forma de alcanzarla. Así lo quiso James y así lo adaptó Clayton.

Villarquide

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