• Por AlohaCriticón


Dirección: François Truffaut.
Intérpretes: Georges Desmouceaux, Sylvie Grizel, Philippe Goldmann, Jean-François Stévenin.


la-piel-dura-fotosThiers, 1976. A traves de viñetas episódicas vamos siguiendo las vivencias de varios niños de la localidad francesa en relación con su contexto social.

Entre ellos Patrick (Georges Desmouceaux), que comienza a sentirse atraído por el sexo opuesto, o Sylvie (Sylvie Grizel), una muchacha en conflicto con sus padres.

Una de las líneas abiertas a lo largo de la carrera de Francois Truffaut, –la educación en la infancia–, quedará cerrada con “La piel dura”, película que nos retrotrae inevitablemente a aquellos “400 golpes”.En este caso se abre a una serie de historias corales que recorren la casuística de la hipotética infancia de los niños de una pequeña población de provincias.

Desde las actitudes personales de cada muchacho (como siempre rondando la adolescencia), pasando, como no, por el ineludible adoctrinamiento escolar, las mejores o peores relaciones familiares, y acabando – o mejor enlazando– con el descubrimiento del amor, o simplemente con el sexo, con la pasión… con la mujer.

Como en aquella su primera película, Truffaut, reclama para sus muchachos (o quizás para sí mismo), atención, respeto, y sobretodo, cariño. Una falta de cariño que nos ha estado confesando continuamente a lo largo de su filmografía. Un cariño maternal, que sus protagonistas, en vano, acabarán buscando inevitablemente en las esquinas.

Aquí, en este colofón, el director francés, evita hacer tabla rasa con las desgracias infantiles, y se muestra más optimista. Desde las familias humildes, pero responsables y unidas, hasta el caso del pequeño Leclau, un niño violentamente maltratado, todos tendrán, en más o en menos, una respuesta positiva, incluido un esperanzador futuro.

El monólogo de fin de curso que el director pone en boca del maestro de los chicos, corroborará el carácter personal de la saga de filmes sobre la difícil etapa de pubertad, para dar paso al epílogo final en el que el adolescente (Truffaut) se iniciará en su otra obsesión vital: el amor.

Angel Lapresta

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