• Por Antonio Méndez

diamantes para la eternidad posterDirección: Guy Hamilton.
Intérpretes: Sean Connery, Jill St. John, Charles Gray, Lana Wood.

Con guión de Richard Maibaum (“Desde Rusia Con Amor”, “James Bond Contra Goldfinger”) y Tom Mankiewicz (“El Puente De Casandra”, “Vive y Deja Morir”).

Sinopsis

James Bond (Sean Connery) es enviado a Holanda para investigar junto a Tiffany Chase (Jill St. John) un robo de diamantes procedentes de Sudáfrica.

Crítica




diamantes-eternidad-review-criticaSean Connery, sustituido por George Lazenby en “007 Al Servicio Secreto De Su Majestad”, volvió a interpretar al famoso espía británico de Ian Fleming en esta película que mezcla la aventura, el romance y el humor con desiguales resultados.

Alterna momentos memorables de frenética persecución motorizada, situaciones límite y confrontación de personalidades entre dos personajes carismáticos, héroe (Bond) y villano (un Blofeld encarnado por Charles Gray); con otros más farragosos, arrítmicos y formulistas dentro de una trama entretenida con dispares localizaciones (Las Vegas, los canales de Amsterdam…) y la habitual comicidad cínica e irónica de su protagonista.

Jill St. John se pasa la mitad de la película en bikini sin aportar demasiado al margen de su permanente exposición carnal, y se desperdicia la posible implicación en la historia de Lana Wood, la hermana de Natalie Wood.

Le falta chispa al personal femenino de esta cinta, siendo lo más destacado la participación de las luchadoras Pluto y Bambi (Trina Parks y Lola Larson), quienes le pegan un repaso de no te menees a Connery antes de sufrir en la piscina.

Después de este film, el actor escocés cedió su puesto a Roger Moore en “Vive y Deja Morir”.

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Sean Connery
Jill St. John




sean conneryMientras James Bond (Sean Connery) está buscando venganza contra Blofeld (Charles Gray), en Sudáfrica y Holanda se contrabandean diamantes masivamente. El gobierno británico, en su preocupación, decide asignar la investigación a Bond con el fin de seguir la ruta de los diamantes y averiguar el eventual propósito del enigmático hombre detrás de la operación, un magnate de las Vegas llamado Willard Whyte (Jimmy Dean).

Sean Connery regresa para encarnar por ultima vez (oficialmente) al personaje que lo condujo al estrellato, luego del fracaso comercial de la cinta previa y la renuncia de George Lazenby, quien solo calzaría los zapatos del 007 por una ocasión.

También regresa el director francés Guy Hamilton, luego de llevar al cine Goldfinger, la tercera entrega de la serie. Esta vez Hamilton se enfoca más en el humor y deja a un lado la psicología del personaje de Fleming, a excepción del misterioso prólogo, en el que James Bond acecha a varios personajes en busca de venganza.



John Barry compone una admirable banda sonora, contando por segunda vez con la inigualable Shirley Bassey en el tema principal. Ken Adam vuelve a lograr un óptimo trabajo en los decorados, al igual que Ted Moore en la fotografía y Maurice Binder en los créditos principales.

A Richard Maibaum en el guión se le une Tom Manckiewicz, quien volvería a escribir los textos de dos cintas más del espía británico. Ambos descartan la mayor parte de la trama de la novela de Fleming, de la que solo comparten algunas locaciones, pero parten curiosamente de un sueño que tuvo el productor Albert Broccoli, en el que James Bond tenia un encuentro con el misterioso magnate Howard Hugues, amigo intimo de Broccoli; también se adiciona a Blofeld, suprimiendo a los villanos de la novela, los hermanos Spang; pero mantienen a la hilarante y malvada pareja de homosexuales Mr. Kidd y Mr. Wint, quienes protagonizan algunas de las escenas más memorables de la cinta.




Con el fin de atar cabos (y dejar otros sueltos) regresa por tercera vez consecutiva el infame Ernst Stavro Blofeld, esta vez encarnado con carismática villanía por Charles Gray, quien se luce en el papel, a pesar de que ya había participado en un rol secundario de un filme anterior de Bond.

Las chicas Bond de esta aventura son la contrabandista pelirroja Tiffany Case y la exuberante Plenty O’Toole, quienes dan así inicio a una serie de féminas Bond de carácter más débil y/o torpe que las anteriores coestrellas, quienes destacaban no solo por una apabullante belleza, sino también por alguna destreza intelectual o instintiva. Aunque no se explaye en la psique del personaje central, como ocurrió en la anterior cinta, y de contener una trama más fantástica que las anteriores, enfocada con frivolidad y desinterés, Diamonds are forever mantiene un ritmo ágil, lúdico y entretenido, exaltando a Connery como el Bond original, y conteniendo momentos dignos de mención, como las andanzas de Mr. Wint y Mr. Kidd, el encuentro de Bond con Blofeld y su clon, la visita a la funeraria de Morton Slumber, la lucha cuerpo a cuerpo con Peter Franks en el elevador, la presentación de Bambi y Thumper, el ya mencionado prologo, y la explosiva y jocosa escena de clausura a bordo del Queen Mary.

Pierluigi Puccini

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