Dirección: Paul Auster.
Intérpretes: Harvey Keitel, Mira Sorvino, Willem Dafoe, Gina Gershon.
Con guión de Paul Auster (“Smoke”).
Sinopsis
Izzy Maurer (Harvey Keitel) es un saxofonista de jazz que tiene que abandonar la música cuando pierde un pulmón tras recibir un balazo en plena actuación. Depresivo y alienado tras este accidente que le impide dedicarse a lo que más ama, Izzy encontrará en el cadáver de un hombre asesinado una extraña piedra con el teléfono de una joven llamada Celia Burns (Mira Sorvino).
Crítica
El escritor Paul Auster dirigiendo y escribiendo un pretencioso drama romántico que fabula, con retazos fantásticos y aspecto de thriller, con el vínculo intrigante y sentimental entre dos personas a través de la muerte, proyectando una presunta complejidad e inteligencia en una trama arbitraria, caprichosa, con giros que pretenden sorprender sin acomodarse a la esencia de la historia, y huecos de guión, en donde no se explica casi nada de manera correcta.
Pretende ofertarnos una ensoñadora captación, mediante la ligazón amorosa y el nudo entre realidad e imaginación, sobre la percepción de algo más cuando nuestra existencia se ve cercenada por la fatalidad.
Eso le lleva a tratar la soledad, la identidad, la circunstancia, y el destino vital en un ambiente urbano, al seguir los pasos de un ex saxofonista de jazz que encuentra el amor en una camarera aspirante a actriz, desconociendo el por qué de su elección y su ubicación en la imaginería onírica del herido.
El sereno pulso narrativo y la atmósfera conseguida son aspectos adecuados para inmiscuirnos en un relato agridulce y meditabundo. Además, los diálogos resultan bastante interesantes, en especial las conversaciones mantenidas entre Harvey Keitel, espléndido, y Willem Dafoe, quien hace una breve pero estupenda aparición.
Sin embargo, la zozobra individual y compartida, comenzada de manera plausible por la enigmática situación que da lugar al desarrollo del film, pierde finalmente su enfoque más allá de la propia jactancia de un voluble guión que da más juego en la búsqueda de una significación baldía y abstracta, que en la propia chicha contenida en esta fábula fantástica que incluye cameos de David Byrne y Lou Reed, y presenta influencias cinematográficas de Krzysztof Kieslowski o de la “Escalera de Jacob” de Adrian Lyne.
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