• Por Antonio Méndez

hostel 2 poster cartelDirección: Eli Roth.
Intérpretes: Lauren German, Bijou Phillips, Heather Matharazzo, Roger Bart.

Secuela de “Hostel” (2005).
Con guión de Eli Roth (“Hostel”).

Sinopsis

Tres jóvenes estadounidenses de arte llamadas Beth (Laura German), Lorna (Heather Matharazzo), y Whitney (Bijou Phillips), son convencidas por Axelle (Vera Jordanova), una modelo de pintura, para que se relajen en un albergue de Eslovaquia.
Las muchachas no sospechan que el lugar oculta un centro de tortura y asesinato.

Crítica




Con producción de Quentin Tarantino, Eli Roth vuelve a las andadas con sus alojamientos para enfermos mentales, pervertidos y sádicos.

La sangre excesiva y la explotación morbosa cinematográfica no tiene nada de original ni de nuevo (ya lo hacía Herschell Gordon Lewis en los inicios de los años 60 con mayor explicitud), y la posibilidad de gozar con imágenes de sufrimiento ajeno es algo repugnante, más cuando la propuesta carece de algo que se aleje del simple abuso de la pesadumbre física y psicológica. Por lo menos el Marqués de Sade tenía audacia (en su tiempo eran raras tales incursiones, ahora hasta “El Tato” puede hacerlo) y su gracia (dentro de la perspectiva del desequilibrado) en obras como “Justine” y “Juliette”.

foto de la crítica de hostel 2Al terror sádico de este film gore con historia muy banal, muy simplona, y unos personajes estereotipados al máximo, se le aporta, como en otras ocasiones más visibles dentro del cine de hemoglobina y vísceras, algún aspecto de humor negro (alcanzando el clímax con la escena “futbolera”), retazos lésbicos, e incluso consideraciones psicológicas sobre la liberación de frustraciones personales.




La película, con las esperadas “ejecuciones” y reacciones de personajes tras el retrato básico de los mismos, intenta hurgar de manera pueril en el lado oscuro del ciudadano aparentemente normal, involucrado en organizaciones secretas dirigidas por siniestros y codiciosos personajes, tan grotescos como mentecatos.

El tal “normal”, por lo general de economía pudiente para pagarse su hedonismo letal, se pone a cien al ver sus “víctimas” por teléfono móvil (en split-screen nos muestran a clientes de muy diversas tipologías), se viste de raro en el momento de la faena, y se dedica a darle al cuchillo, látigo o instrumentos similares. Pero… mucho cuidadín con mantener a salvo las partes nobles, y con las fauces de esos perrillos que tan preciosos quedan tatuados en los desarrollados biceps o en las níveas nalgas.

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