• Por Antonio Méndez

ahora o nunca critica pelicula cartel
Dirección: Rob Reiner.
Intérpretes: Morgan Freeman, Jack Nicholson, Sean Hayes, Beverly Todd.

Con guión de Justin Zackham (“La Gran Boda”, “Going Greek”).

Sinopsis

Carter Chambers (Morgan Freeman) y Edward Cole (Jack Nicholson) son dos enfermos de cáncer terminal que comparten la misma habitación. De distinta condición social los dos traban una sincera amistad. Después de ser sometidos a diferentes tratamientos y ser dados por deshauciados, abandonan el hospital en el que residen para intentar cumplir sus últimos deseos antes de fallecer. Estos deseos están escritos en un listado.

Crítica




Dos enfermos de cancer terminal protagonizan este agridulce drama psicológico sobre fragilidad vital, hedonismo y buenos sentimientos. Posee elementos de comedia que suavizan su índole dramática y atractivas localizaciones en una explorativa ‘road movie’ con acercamiento amistoso en base a las experiencias compartidas y el respeto entre diferentes formas de pensar. Es como una especie de Frank Capra menor, no en vano está en tareas de producción el nieto del autor de “Qué Bello Es Vivir” o “Dama Por Un Día”.

El film se inicia con bellas imágenes nevadas del Himalaya y la voz en off de uno de los protagonistas en un ardid elegíaco que no se corresponde con el resultado final en la cronología mortal. Jack Nicholson es un millonario, un hombre práctico, parece rebosar vitalidad, se ha hecho a sí mismo y posee diferentes negocios, entre ellos un hospital. Morgan Freeman interpreta a un mecánico instruido que tanto le explica a su compañero el conflicto entre Marconi y Tesla como parece conocerse todo el listado de presidentes de su país. Estas dos personalidades pronto se encontrarán en la misma habitación, espacio limitado en donde se origina “pacientemente” el contacto entre tales personajes en contraste.


Los días en el lugar concretan a sus personajes a través de sus conversaciones y de las apariciones en escenas de los caracteres secundarios (que lamentablemente no sobrepasan la unidimensionalidad). Poco a poco conocemos su pasado, sus anhelos, sus carencias vitales… y el resultado crítico de sus enfermedades que incitan a que las querencias de ambos se articulen para dar paso a un listado de deseos de diferente corte. Algunos materialistas. Otros sensoriales. También afectivos.

La dependencia de la felicidad o el placer del dinero no es un mensaje positivo, pero bueno… El dinero no da la felicidad, pero ayuda. Es el momento de lanzarse en paracaídas, de pisar el acelerador en coches de carreras, de ver mundo en escenarios muy diferentes (un safari, las pirámides, el Taj Mahal…) de tratar sobre la existencia de Dios en un avión, de trascender la materia, de ironizar con la muerte, de exprimir la vida… Son básicos los asuntos tratados, los conflictos creados bastante tópicos, pero siempre las situaciones se configuran con un grato tono amable y de respeto. Nada de estridencias.


Con el acercamiento a su conclusión la película, en base lógica a la esencia dolorida de su tema principal, incrementa su tono sentimental. De nuevo realiza contrapuntos en las acciones, ahora con un montaje paralelo, y acentúa su aspecto emocional con risas empáticas, purgas personales y vínculos de eternidad que conectan con conversaciones previas.

Es una película sensible de planteamiento sencillo que, a la par que muestra (ahora de forma despreocupada, más tarde trágica) aspiraciones y aspectos íntimos de sus dos personajes en vísperas de la muerte, nos permite admirar las interpretaciones de sus dos magníficos protagonistas (a los que hay que oír –siempre que se pueda- en original) y pasearnos visualmente por diversos lugares del planeta.

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Jack Nicholson
Morgan Freeman
Sean Hayes