Dirección: Pete Travis.
Intérpretes: Dennis Quaid, William Hurt, Matthew Fox, Forest Whitaker.
Con guión de Barry L. Levy (“La Hermandad”, “El Poder Del Dinero”).
El presidente de los Estados Unidos (William Hurt) ha sido asesinado en España tras recibir un disparo en una cumbre internacional sobre la lucha contra el terrorismo. Mientras se intenta atrapar al causante del asesinato con investigación de los agentes Thomas Barnes (Dennis Quaid) y Kent Taylor (Matthew Fox), el hecho es narrado desde diferentes perspectivas, entre ellas la de un turista estadounidense llamado Howard Lewis (Forest Whitaker) cree haber grabado con su cámara al francotirador.
Nada más y nada menos que imitando las diferentes perspectivas sobre un mismo hecho de “Rashomon” (una de las obras maestras de Akira Kurosawa) debutó Pete Travis como director de largometrajes cinematográficos tras una carrera de telefilms y teleseries.
Como lo que tienen que contar Travis y el guionista Barry Levy (también neófito en el cine) es una nimiedad, dedican el principal tiempo de la película al juego banal de consecutivos puntos de vista con explosivo final y conexión entre los diversos personajes que participan en esta película coral con escenarios de Salamanca, lo que aporta un plus a los habitantes y conocedores de la ciudad.
Para conseguir el tono paranoico, urgente, nervioso… que precede y sigue a los incriminados en la reiterada acción criminal de este thriller político, la cámara abusa de planos cortos y medios repletos de gente agitada con constante movimiento, sea en primer o segundo plano.
El truco termina aburriendo a la media hora, los conocidos intérpretes se desaprovechan, y el amateur trabajo de cámara molesta, y más cuando los caracteres no poseen dimensión más allá de la caricatura y la situación forzada.
Cuando la acción deja de emplear el flashback con redundantes representaciones que no aportan nada especial, y se centra temporalmente en la persecución motorizada, la maquinación terrorista y los conflictos personales, remacha su simpleza en cuanto a tratamientos de trama, personajes y diálogos, intentando disfrazar sus carencias con bagatelas emocionales, y artimañas ruidistas-estrepitosas.
No obstante y a pesar de sus flaquezas, el objetivo de fijación se consigue y el barullo de tanta algarabía vacua no provoca el sopor en exceso.
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