Dirección: M. Night Shyamalan.
Intérpretes: Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo, Ashlyn Sánchez.
Con guión de M. Night Shyamalan (“El Sexto Sentido”).
Sinopsis
Ante una grave catástrofe natural, un profesor de ciencias de Philadelphia llamado Elliot Moore (Mark Wahlberg) intenta sobrevivir en compañía de su mujer Alma (Zooey Deschanel), de su colega y amigo Julian (John Leguizamo) y de la hija de este último, Jess (Ashlyn Sánchez).
Sin demasiada esperanza, Elliot intentará que su familia y amigos no se vean atrapados por esta amenaza apocalíptica.
Crítica
En los años 50 y con la guerra fría provocando una acumulación ingente de armamento nuclear por parte de los dos bloques en conflicto, surgieron diversas películas de ciencia-ficción de tono apocalíptico que advertían de las posibles consecuencias de esta carrera armamentística sin control, entre ellas “The Last Woman on Earth” de Roger Corman o “La hora final” de Stanley Kramer.
Sin frío ya en las guerras, M. Night Shyamalan (“El Sexto Sentido”, “El Protegido”…) se pone ecologista y advierte en este thriller psicológico sobre el riesgo de no respetar el orden natural, y configura su intriga paranoica-paranormal en una especie de venganza de la naturaleza contra el hombre.
Desde los créditos, con el cielo azul progresivamente tintado de negro, Shyamalan convierte a la naturaleza en “sujeto” amenazador, siendo el viento el que progaga la epidemia que conlleva tendencias suicidas entre la población afectada.
Lamentablemente, este fenómeno ventoso no confiere el sentido de naturaleza inicua-perversa que el director y guionista pretende lograr, y tras el notable inicio con la extrañeza rápida mostrada en los primeros tramos en el Central Park de Nueva York, que limita el movimiento de los caracteres y crea un escenario enigmático con imágenes de histeria y gente lanzándose desde las azoteas de los edificios, todo se convierte en rutina.
A raíz de la sugestiva introducción y tras la breve presentación de los personajes, la película se revela muy simplista girando en torno a la supervivencia de un grupo que poco a poco, de manera previsible, va menguando su número en un ambiente de terror y nerviosismo.
Sin nada que contar más allá que incidir en la situación enrarecida-apocalíptica creada, Shyamalan tendría que enturbiar más la atmósfera, su única preocupación en la película, y olvidarse de las cuitas sentimentales de unos personajes que no interesan y que intercambian diálogos de tercer nivel.
Incluso parece no saber como terminar la historia, es decir, tiene una idea interesante con mensaje pero nada original ni arriesgada, comienza de forma aceptable ya que sabe crear tensión en su principio, pero la desarrolla sin creatividad, la adorna con una relación anodina de crisis de pareja y protección familiar, y la concluye de forma tópica, con final melifluo para la crisis forzada y vuelta con lo de siempre con un “sorprendente” giro.
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Una vez más el director M. Night Shyamalan toma la batuta creativa para entregarnos una escalofriante reflexión con tintes apocalípticos, una idea que no logra explotar todas sus posibilidades.
Las constantes críticas hacia el director hindú no cesarán con su última entrega, ya que “El incidente” no puede considerarse plenamente una acertada compensación en cuanto a sus fallas anteriores. La película puede ser tomada como un riesgo necesario del cine comercial contra la reflexión apocalíptica, dos públicos distantes que se debaten entre el uso del cerebro o el popcorn como cerebro.
Con un inicio prometedor y certero la historia se desenvuelve rápidamente, logra atraer la atención del espectador cuya primera sensación es que la película no lo soltará tan fácilmente, y de cierto modo así es, sin embargo el ritmo va decayendo y aunque el interés se mantiene constante, la historia no termina de satisfacer la demanda del público pensante y tampoco de los fanáticos de la palomita descerebrada.
La película logra elevarse sobre el mismo género, así nos acostumbró su director, prefiere el terror sináptico/neuronal al escalofrío efectista, no obstante la trama adquiere un importante calado que no logra explayar satisfactoriamente, la historia se eleva pero no en gran manera, la idea principal daba para más.
Después de los noventa minutos de duración que corresponden a la cinta, nos preguntamos su la tinta se le acabó Shyamalan, todo iba bien ¿qué pudo haberlo desmotivado? ¿Sencillamente así lo planeo? En ésta entrega cinematográfica hace gala de su mayor virtud como creador, con escenas escalofriantes, huidas desesperadas, suspense en gran manera, terror ocasional, claustrofobia existencial, pero así mismo la película muestra una falta de equilibrio.
Los personajes no están bien logrados, las subtramas anexas a la “gran catástrofe” no aportan “gran cosa”, impregnadas de ambigüedad pueden enfocarse en lo escalofriante o la relación marital de la pareja que poco importa.
Los personajes principales toman el rostro de Mark Wahlberg y Zooey Deschanel, sin una gran desarrollo en el guión tampoco logran una gran caracterización en pantalla, cuesta trabajo crear algún tipo de conexión con ellos y sus problemas de pareja, un plus inconveniente e innecesario.
Lo que destaca es el respeto por la pupila del espectador, aunque con un poco de sangre en el metraje, en esencia la tortura es aditiva y no visual, todo corre a favor de la imaginación.
“El incidente” no es una película de baja calidad, pero deja la sensación de haber estado frente a una producción incompleta, mermada no por sus ambiciones sino por la falta de ellas, a Shyamalan no le faltó arriesgarse pero sí ambicionar un poco más, estirar la idea y ver las posibilidades que ofrecía.
Lucio Rogelio Avila Moreno
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