Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.
Vale más hacer y arrepentirse que no hacer y arrepentirse.
Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten.
La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.
Los hombres olvidan más fácilmente la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.