Sinopsis
Luis de Vargas, hijo del cacique Don Pedro, se encuentra en la hacienda de su padre en pueblo andaluz, alejado del seminario en donde estudia para sacerdote.
Don Pedro le hace la corte a Pepita Jiménez, una joven y atractiva viuda que también desea Luis, poniendo así en duda su vocación como religioso.
Crítica
En el año 1874 se publicó “Pepita Jiménez”, uno de los libros más conocidos de Juan Valera, nombre fundamental de la novela decimonónica española.
Con rasgos realistas y románticos, la primera parte del libro es una brillante narración epistolar, con el protagonista, Luis de Vargas, informando a su tío, el deán, de su progreso emocional con Pepita Jiménez a través de un envío regular de cartas.
Estas cartas no solo sirven para convertirnos en testigos del sereno acercamiento amoroso de Luis hacia Pepita, sino también para recrear un ambiente rural andaluz e interiorizar de forma creciente una zozobra emocional sobre aspectos morales, sentimentales y religiosos, con una honda carga psicológica.
Los paralipómenos en tercera persona que continúan el inicio epistolar tienen menos interés que las epístolas del comienzo.
Se da voz al personaje femenino, con diálogos melodramáticos que se redundan de forma extensa y demasiado florida, logrando con numerosas referencias mitológicas, enaltecer el apasionamiento entre los dos caracteres principales y las dudas, miedos, culpas, que progresan en un tono casi enfermizo de amor prohibido, concluso de forma previsible y amable.
Esta novela de Juan Valera fue llevada al cine en varias ocasiones, una de ellas en México por Emilio Fernández en 1946 con el protagonismo de Rosita Díaz Gimeno como Pepita Jiménez y Ricardo Montalbán como Luis de Vargas.
Décadas después, en el año 1975, se estrenó otra película con dirección de Rafael Moreno Alba en la que Sarah Myles interpretó a Pepita y Pedro Díez del Corral a Luis de Vargas, con Stanley Baker como Pedro de Vargas.