• Por Antonio Méndez

Crítica

La bibliografía de Ken Follett se nutre casi en su totalidad de novelas de intriga. Nada hacía sospechar que sería una novela histórica la que le proporcionaría los mayores beneficios, tanto críticos como comerciales. Aparecida en 1989, “Los Pilares De La Tierra” era una historia ambientada en el siglo XII que, siguiendo los pasos de construcción de una catedral en Kingsbride, Inglaterra, servía al lector para seguir una ficción y adentrarse superficialmente en el arte y la sociedad del período.

Casi veinte años después, el escritor galés aparca sus habituales thrillers, muchos con lugar básico para la explotación comercial de la coyuntura social, económica y política, para volver atrás a la historia y plantarse en el siglo XIV sin perder la ubicación en la localidad de Kingsbride.

El texto sigue los cánones de la novela anterior en cuanto a tratamiento a personajes y estilo, con lo que puede enganchar de nuevo a los seguidores de la primera entrega. Enreda y expande una historia muy simple con personajes demasiado monótonos.

No le faltan concesiones facilonas al mete-saca, recarga narrativa en los diálogos que atora la acción, y tampoco improcedencias anacrónicas con caracteres y dichos más propios de un instituto del siglo XXI que del medievo.

En cuanto a la trama, su historia es repetitiva, cansina, culebronesca, pareciendo mostrarse más gustoso Follett en recrearse en la amalgama de todos los tópicos de la época que en desarrollar la acción en base al progreso de unos personajes de cierta consistencia.

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