• Por Antonio Méndez

Crítica

Todo un clásico del rock en vivo es este mítico doble album de la banda KISS, especializada en transmitir una jubilosa celebración de las esencias sónicas del hard rock: potentes riffs, urgentes ritmos, apabullantes solos, estribillos contagiosos… con letras de vivencias del ‘rockstar’, de especial incidencia en el aspecto sexual, y siempre con una llamativa representación escénica de ínfula teatral y ascendencia glam-rock.

El LP, producido por Eddie Kramer (colaborador de los Beatles, Jimi Hendrix, John Mayall o Led Zeppelin) y acusado por algunos (con pocas pruebas) de haber sido regrabado en estudio, contiene temas de sus tres primeros discos, “Kiss” (1974), “Hotter Than Hell” (1974) y “Dressed To Kill” (1975), tres magníficos y subestimados trabajos de rock grabados cuando la banda neyorquina sonaba más directa y menos pulida, ofreciendo un sonido inmediato, sin florituras.

Fue con “Alive”, otro álbum marcado por las constantes de rock festivo, amplificado, lúdico, espontáneo, empapado de espectacularidad, líbido y cinismo, con el que KISS alcanzó el estrellato mundial, corroborado con el siguiente LP, “Destroyer” (1976), otro gran disco con una producción más lustrosa de Bob Ezrin.

¿Del “Alive” que se puede decir? Clásico tras clásico, disfrutamos de sudorosas piezas de alto voltaje que nos hacen sentir partícipes de la comunión entre el maquillado cuarteto y el abarrotado escenario del Cobo Hall de Detroit, acontecida el 27 de marzo de 1975.

El inicio es descomunal, con “Deuce”, “Strutter”, “Got To Choose” y “Hotter Than Hell”, cuatro de los temas imprescindibles del grupo con memorables estribillos y contundentes riffs que horadan con placer y sin resuello los tímpanos de cualquier amante del rock atemporal, con características que se repiten en todos los cortes del álbum, consiguiendo momentos de vibrante energía y penetrante intensidad, valga como ejemplo el clásico “Rock And Roll All Nite”, todo un prontuario de la filosofía de la banda, o el extensísimo e inhumano solo de batería de Peter Criss en “100.000 Years” con Paul Stanley, uno de los grandes frontman de la historia del rock, preguntando a la gente si creen en el rock’n’roll. Memorable.

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