Este es el segundo disco de los Klaxons, un grupo británico integrado en la hornada de bandas con influencias de la new wave y el post-punk de orientación dance-rock. A ello le sumamos herencias de la psicodelia, del prog-rock y del sonido Madchester y ya tenemos las bases de su sonido.
Producido por Ross Robinson, el álbum nos conduce a ambientes espaciales en tonos claustrofóbicos cuando no esquizofrénicos, nos hace participes de tópicas paranoias mentales y crea diversas imaginerías onírico-surreales.
Es un álbum irregular que alterna horrendas piezas en donde el talento rítmico y melódico brilla por su ausencia con canciones de carácter épico que poseen suficiente intensidad emocional y equilibrada densidad instrumental.
Una de las mejores canciones del disco es su apertura, “Echoes”, corte dramático de ciencia-ficción que mezcla el space rock con la new wave. Recuerda a los últimos Muse.
Otras piezas escuchables, casi todas también con textos de ciencia-ficción, son “Same Space”, pop psicodélico con ritmo de marcha militar, “Surfing The Void”, potente tema onírico, surreal, con uso de falsete y base psico-funk, y “Venusia”, corte con tanta influencia de New Order como de los Pixies.
Más allá de estos plausibles temas, el disco ofrece trasnochadas estampas new age con excesos en producción y arreglos que intenta solapar en un artificio ecléctico sus mediocridades melódicas y rítmicas.