• Por Antonio Méndez

the vines vision valley album reviewCrítica

Tercer álbum de los The Vines de Craig Nicholls, un conjunto australiano que recoge influencias del garaje y la psicodelia 60’s, de los Beatles o de los sonidos grunge nirvaneros.

Los textos son simples como un botijo pero como así hace el botijo cumplen a la perfección su función.
El disco es recomendable por su deleitosa y colorista conjunción artesanal entre la perfecta melodía pop y la austeridad garage-punk con retazos power-pop, sonidos post-grunge y chispeza bubblegum.




Las voces tanto se puede mostrar melosas como ásperas o lisérgicas (a veces armonías a lo Beach Boys, otras ecos de los Beatles, otras desabrimiento a lo Kurt Cobain), saliendo triunfantes tanto en los cortes acelerados como en los lentos, la mayoría, recordando la gloriosa e instantánea etapa pop 60’s, de dos minutos (o menos) de duración.

the vines foto critica discosEntre los primeros suenan irresistibles piezas como…
“Anysound”, con potente riff de guitarra a lo Kinks, airada voz punk y melodía pop en una aglutinación sónica que recuerda a los primeros Redd Kross
“Nothin’s Comin”, pegadizos ritmos y una atmósfera oscura para una canción que mixtura el psycho-garage con el grunge y que va atrapando con el paso de las escuchas convirtiéndose en una de las favoritas del álbum
“Atmos”, pieza noise-pop psicodélica con voces a lo Tim Boykin/Lolas
“Gross Out”, frenética canción que no desentonaría en el repertorio más salvaje (sin perder la melodía pop ni las armonías vocales) de los Foo Fighters
“Candy Daze” y “Don’t Listen to the Radio”, dos maravillas bubblegum-garage-pop con una amalgama entre los Beach Boys y los Monkees, filtrados en ocasiones por Nirvana, clara referencia en “Fuck Yeh”.

Entre los temas más pausados, como el melancólico título homónimo, la taciturna “Take Me Back”, con guitarras jangle y ecos de Teenage Fanclub, y la psicodélica y estupenda pieza final, “Spaceship”, como una aleación épica entre Pink Floyd y los Beatles del Abbey Road, destilan lujo en los arreglos, suficiente emocionalidad, melodías muy plausibles y voces adecuadas con empleo de armonías.