Crítica
Tercer disco homónimo de Weezer (sexto total de su discografía en estudio), el grupo de Rivers Cuomo que, producidos por Rick Rubin y Jacknife Lee, vuelven a ofertar lo de siempre en su carrera, canciones power pop y pop punk con letras (por lo general) de corte cínico y sarcástico.
Es un “disco rojo” un tanto anodino. No le faltan piezas enérgicas con riffs aguerridos, ni tampoco alguna que otra suite pretenciosa con varianza de sonidos, pero globalmente no excita lo más mínimo.
En “Troublemaker” Cuomo afirma que tiene que acudir a una escuela especial para bobos. Es el típico corte sobre un alienado-inadaptado que en esta ocasión, quiere convertirse en guitarrista de heavy metal.
El tema posee riffs arena rock, textos paródicos y un estribillo pegadizo-vocinglero. Nada del otro mundo.
De lo más salvable es “The Greatest Man That Ever Lived”, una autoparodia de Rivers Cuomo extensible a cualquiera estrella del rock ególatra-petarda que se cree muy pero que muy especial por cantar y humedecer bragas de chicas fáciles. Es un corte escuchable con contrastes de sonidos (piano Beatles, riffs de guitarra hard rock, acordes acústicos, marcha militar, juegos vocales a lo Beach Boys–Queen, épica power-popera a lo Cheap Trick, boogie-pop-rock a lo Status Quo…).
Otro corte plausible del disco es el single “Pork And Beans”, en donde, satiriza la gilipollez de la sublimación estética en su aspecto más vacuo, las modas, el culto al cuerpo y la industria discográfica que únicamente mueve el culo por las perras. De nuevo se difiere en las estrofas con el estribillo, pop-rock con estallido guitarrero power pop sin perder nunca su enfoque melódico.
En la canción lenta con arreglos elegantes, “Heart Songs”, se ponen memorativos (como en otras partes del disco) y, significando las canciones trascendentes en la vida de uno, recuerdan en una especie de pop-soul a grupos y solistas que marcaron puntualmente su vida, sea Cat Stevens, Devo, Iron Maiden, ABBA, Gordon Lightfoot o John Lennon.
Otros cortes del disco, sin realmente nada singular ni memorable que ofertar, son “Dreamin’”, power pop con escapismo onírico, “Thought I Knew”, pop-rock de predominio acústico sobre ruptura de pareja escrito y cantado por Brian Bell, “Cold Dark World”, medio tiempo co-escrito entre Cuomo y Scott Shriner, con este último intentando ligar con una moza que duda de que sea un cara y sólo la quiera para el mete-saca, o “Everybody Get Dangerous”, recuerdos de gamberradas inocentes juveniles a ritmo de funk con ecos de los fútiles Limp Bizkit.