• Por Antonio Méndez

white lies ritual album cover portada discoCrítica

White Lies, trío británico formado por el cantante y guitarrista Harry McVeigh, el bajista Charles Cave y el batería Jack Lawrence-Brown, debutó en el año 2009 con un álbum, “To Lose My Life”, que le incluía de forma derivativa dentro del revival post-punk al estilo Interpol o Editors, grupos con afectación épica y melodramático-trágica, deudores de bandas como Joy Division, Teardrop Explodes, The Chameleons o Echo & The Bunnymen. Este conjunto de mentiras blancas también muestra huellas del techno pop 80s (Ultravox, Tears For Fears, Immaculate Fools…). Vamos a escuchar su segundo disco, un trabajo producido por Alan Moulder.

“Is Love”… Lo único que he encontrado es el amor… Percusión insistente folk industrial sobre los conocidos tonos oscuros del género post-punk. Atmosféricos sintetizadores. Desarrollo con aportes electrónicos funk-dance y desabridas estampas costumbristas. El estribillo es pegadizo, la interpretación barítona de McVeigh recuerda a Roland Orzabal. Canción intensa.

Vince Clarke parece componer la intro de “Strangers”, melancólico corte de influencia post-punk con las pretensiones emocionales y épicas de este tipo de grupos afligidos con crooners desamparados al frente. La voz es profunda pero también monótona…. Tengo que actuar con urgencia, tengo que provocar algo. No hay nada más extraño que amar a alguien…

Sentimientos contradictorios en “Bigger Than Us”, épica romántica sobre relaciones fracasadas con densos arreglos de carácter pomposo-ruidista y significación rítmica del bajo. Himno melodramático con un sonido Tears For Fears.

“Peace & Quite” recuerda a los primeros Depeche Mode… Con la oscuridad llega la calma… Es una balada de sintetizadores con armonías vocales en clave soul en el estribillo. Intentan ser más complejos en su estructura pero se pierden en el sopor amorfo.

“Streetlights”… Momentos de huida. Niñas aburridas y niños tristes. Sexo de mala calidad. Carreteras que no van a ningún lado. Grandes planes que no llegan… Corte pesimista muy tópico sobre presente y futuro, ni mejor ni peor que otros del grupo. Indiferente.

Dramáticas guitarras post-punk y bases de techno industrial en “Holy Ghost”, una canción estilo Depeche Mode con el acostumbrado crescendo emocional y maremágnum de sonidos en el que cabe hasta un vocoder.

Extrañas imaginerías de un lugar de mercado con pandilla de motoristas, espíritus sobre aguas, acantilado, hielo en grietas… Flujo de conciencia descriptiva. Densidad en arreglos ara esta balada techno pop con temblorosos efectos rítmicos. Tan atmosférica como aburrida.

En “The Power & The Glory” suenan como una mezcla entre Tears For Fears y Depeche Mode en tempo lento. Canción monótona e interminable.

“Bad Love” parece crear una relación romántica autodestructiva con rasgos psicóticos… Si soy culpable de algo es de amar demasiado. Camino como un fantasma en días de lluvia… Desazón amorosa. Desorientación. Posee fuerza emocional y melódicamente es de lo más salvable del álbum.

El disco termina con “Come Down”, rutinaria balada techno-industrial con McVeigh en apostura Dave Gahan y una parte coral soul-gospel que no le quedaría mal a los Christians. Todo muy 80s.