• Por Antonio Méndez

wolfmother disco review album 2005 cover portadaEl legado inmortal de bandas como Blue Cheer, los Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple (por no hablar de otros grupazos de hard-rock de finales de los 60 y comienzos de los 70 menos conocidos, como Budgie, Cactus, Leaf Hound, Uriah Heep, Arzachel, Captain Beyond, Granicus, Atomic Rooster, Killing Floor y cientos más del período) no deja de ser reverenciado por conjuntos que básicamente copian el estilo de los grandes nombres citados. Entre ellos este trío australiano llamado Wolfmother.

Si ahora me arrimo al hard-rock de Black Sabbath y Led Zeppelin con la influencia del blues-rock lisérgico de Cream o Hendrix, después me voy al rock progresivo de Jethro Tull, una pizca del garaje psicodélico de Chocolate Watchband o los Electric Prunes, o, más modernillo, del garage-blues-rock de los White Stripes.

Escuchando las estructuras, las líneas de guitarra, la distorsión, la transición de tempos, la catarsis vocal de expresión dramática (a lo Robert Plant) los textos con tono épico-mágico-romántico, las atmósferas… nada suena nuevo ni demasiado interesante, aunque al ser remedos de fenomenales raíces sonoras, el disco no deja de deparar una escucha más que agradable.

“Colossal”, principiado como medio tiempo con imaginería natural en el encuentro del vocalista con una mujer ciclópea, ejemplifica bien su deuda con Black Sabbath y resulta meritorio en su varianza de ritmos.

“Woman” es un tema de agitado y cabalgante ritmo (parecido al “Roadhouse Blues” de los Doors pero con la esencia blacksabbathiana) con riffs punzantes de esencia blues-rock e incisivos sonidos de órgano, mientras que “White Unicorn”, pieza con nuevo cruce con misteriosa fémina (constantes encuentros a lo largo del disco), toma claramente del hard-rock y folk psicodélico de Led Zeppelin (con ecos del “Ramble On”), y “Pyramid” no se evade de sus ascendencias con vigoroso trabajo de la sección rítmica.

Atemperan su ritmo en la balada “Mind’s Eye”, corte con sabor progresivo que nos lleva a un cruce entre Deep Purple y Yes, y con “Tales From The Forest of Gnomes”, el tema más melódico del álbum con retazos de los Jethro Tull, hallados también en “Witchcraft”, canción en donde toman el riff del “Riverboat Song” de Ocean Colour Scene.

En “The Joker & The Thief” y “Apple Tree” parece cantar Jack White (White Stripes y The Raconteurs) en vez de Andrew Stockdale, quien se desgañita en el inicio de “Dimension”, otro duplicado de Black Sabbath. Para que Plant y Page no se celen de Ozzy y Tony Iommi, en “Where The Eagles Have Been” se aproximan de nuevo a los Led Zeppelin con reminiscencia del “Going To California”.

El disco se cierra con “Vagabond”, tema de base folk, de escasa trascendencia y redundante en aspectos de libertad y confluencias con mozas de buen ver.