• Por Antonio Méndez

edgar allan poe el alceCrítica

Este texto de Edgar Allan Poe, aunque introducido en algunas ediciones como narración extraordinaria, nada tiene que ver con las historias de corte fantástico del maestro del relato corto y magnífico poeta de Boston.

“El Alce”, conocido también como “Morning On The Wissahiccon” y publicado en el año 1844, es un laudo casi turístico a las beldades paisajísticas del entorno natural de Wissahickon Creek, ubicado en Pennsylvania.
Como bien expresa Poe, tal entorno ya fue enaltecido literariamente por la escritora y actriz teatral británica del siglo XIX Fanny Kemble.

No faltan brillos de su faceta lírica en la descripción, y también alguna crítica a los viajantes que únicamente se mueven por aparecer en los más populares monumentos o escenarios naturales, y desdeñan las maravillas recónditas todavía por explorar individualmente. Vamos, el turismo de “Todo el paquete vacacional incluido. Déjese de jugar a Marco Polo. Usted no haga nada. Nosotros se lo hacemos todo, todito”.

Lo más interesante es el lamento sobre la ávida “civilización” que recorta espacio a la naturaleza y a lo “salvaje”, alcanzando tal lamento su punto álgido con la aparición simbólica de un alce doliente, nostálgico, que parece rememorar en el texto de Poe otros tiempos mejores. En principio su figura en soledad, posteriormente se revela como una animal domado y paseado por un esclavo, seguramente un entretenimiento de alguna mansión señorial.

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