Dirección: Sam Levinson.
Intérpretes: Zendaya, John David Washington.
Con guión de Sam Levinson (“Nación Salvaje”).
Sinopsis
Malcolm Elliot (John David Washington) es un director de cine que, tras el estreno de una película, regresa a casa por la noche junto a su novia, Marie (Zendaya).
Poco después, a la espera de las críticas, la pareja comienza a discutir.
Crítica
Drama en blanco y negro con dos únicos personajes: una pareja en crisis, cuyas pugnas en vaivén transcurren durante una sola noche.
El film, destacado por las estupendas interpretaciones de John David Washington (“Tenet”) y Zendaya (“Euphoria”), enfrenta a sus dos personajes en riñas tensas sobre personalidades, ambiciones, frustraciones, ideales… sobre cine, arte e interpretación de ese arte; sobre adicciones, dependencias y emociones.
Los nervios en constante agitación en un escenario limitado y con personalidades egocéntricas, contradictorias en su conjugación entre querer y ser, entre seguridad personal, artística, e inseguridad manifiesta.
La narrativa, eludiendo su concepción casi teatral, se expone con ritmo, elegancia visual y énfasis sentimental, como un Tennessee Williams llevado a la nueva ola 50s-60s, a John Cassavetes.
La cámara se mueve de manera fluida, se crean encuadres con estilo, se acentúan los sentimientos con validez.
Los diálogos, directos, sin adornos, contienen numerosas referencias de cinefilia… William Wyler, Spike Lee, Barry Jenkins, Ida Lupino… e interesantes disputas, con sorna, sobre complejos de sexo y/o raza como risible factor de valoración de un producto, de una persona.
Otras partes, más tópicas sobre adicciones y consecuencias de las mismas, victimización en pareja, egoísmos varios, resultan de menor interés, recayendo en peroratas de exhibición chic romántico-profesional con fondo de sonidos jazz y soul.
No obstante, su conjunto configura una situación dramática de cierta sustancia.
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