Dirección: Eloy de la Iglesia.
Intérpretes: Carmen Sevilla, Vicente Parra, María Asquerino, Tony Isbert.
Con guión de Eloy de la Iglesia (“El Techo De Cristal”), Antonio Fos (“Una Gota De Sangre Para Morir Amando”) y Gabriel Moreno Burgos (“Último Deseo”).
Sinopsis
Elisa (Carmen Sevilla) es una prostituta que viaja a Londres para encontrarse con Óscar (Antonio Casas). Poco después, decide no volver a la capital inglesa. Cuando llega a su piso en un edificio de nueva construcción en Madrid, Elisa es testigo de un asesinato. Su vecino, un escritor llamado Miguel (Vicente Parra) está lanzando por el hueco de un ascensor a su mujer (María Asquerino), a quien engañaba en una infidelidad.
Miguel amenaza a Elisa y le hace cómplice del asunto. Los dos intentarán hacer desaparecer el cuerpo.
Crítica
Tras las interesantes “El Techo De Cristal” y “La Sombra Del Asesino”, Eloy de la Iglesia reunió a sus dos protagonistas, Carmen Sevilla y Vicente Parra, en “Nadie Oyó Gritar”, un film criminal mucho menos satisfactorio que los dos títulos citados con anterioridad.
La película no comienza mal. Nos sitúa en Londres, con Carmen paseándose con un Rolls Royce mientras visita como prostituta de lujo a Antonio Casas en un fondo de música pop.
De vuelta a Madrid, decide estar tranquila y romper esa relación. En su edificio, prácticamente deshabitado (aparece Goyo Lebrero como portero sordo), se encuentra con Vicente Parra “arreglando” el ascensor.
Más tarde es testigo de un asesinato. La cámara de Francisco Fraile se enerva, se multiplican los primeros planos, hay algún zoom, el ambiente, con tensión hitchcockiana, se muestra intenso, imprevisible.
Con posterioridad, el asunto se mueve entre situaciones poco creíbles, relaciones de bajo interés para provocar roces en triángulo amoroso y trajines de cama, un trabajo de cámara con algún momento gratuito, amoríos en movimientos circulares, y un giro final efectista que busca la sorpresa pero que no termina de convencer.
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