ARCADIA (2005)
Dirección: Costa-Gavras.
Intérpretes: José García, Karin Viard, Georgy Monfils, Christa Theret.
Bruno Davert (José García) es un directivo ejemplar de la industria
papelera, sin embargo, pese a sus cualidades profesionales, no se librará
del recorte de personal que sufre su empresa.
Una vez en la calle, Bruno comenzará el proceso de búsqueda de un nuevo
empleo, pero esta vez planteándose otros caminos más expeditivos.
Arcadia es el nombre de la sociedad mercantil a la que aspira a formar
parte de su plantilla el personaje interpretado por José García. Pero,
curiosamente también, es el topónimo que identifica el lugar de nacimiento
de Costa-Gavras, en Grecia. Así pues, el punto de encuentro de una
culminación en ficción y realidad.
Costa-Gavras, director al que a lo largo de su carrera le ha gustado utilizar
el bisturí para desentrañar los mecanismos de la política y la sociedad,
vuelve a coger el instrumento quirúrgico, para esta vez efectuar una
lobotomía e inspeccionar lo que existe dentro de la cabeza de un hombre
de unos cincuenta años, feliz padre de familia y honrado trabajador, al que
un día le entregan la fatídica carta de despido.
La originalidad de “Arcadia” estriba, sin lugar a dudas, en la desesperada
y violenta resolución que toma un “paterfamilias” cuando ve que la armonía
lograda en su vida se hace añicos. En este sentido, es además un nexo de
unión que la emparenta con “Una historia de violencia” (2005) de
Cronenberg.
Por otro lado, el planteamiento del guión, del propio Costa-Gavras y de
Jean Claude Grumberg, es interesante por el modo en el que se construye.
La decisión de describir el nervioso asesinato de una de las víctimas en el
prólogo, predispone al espectador y le inculca el deseo de saber la
motivación de Bruno para convertirse en un advenedizo e impetuoso
asesino en serie.
Una vez desarrollada esa secuencia inicial, Bruno tomará el discurso
narrativo en off para relatar los acontecimientos previos a ese crimen y
retomar nuevamente la acción a partir de ese primer delito para dar
continuidad a los sucesos posteriores.
Lúgubre, oscura y pesimista la perspectiva que Costa-Gavras nos
presenta en este cuento moral, en donde nunca es más cierto que “el
hombre es un lobo para el hombre”, o en el que se proclama que los fines,
sean los que sean, justifican los medios.
Grises y rutinarios, siempre, los paisajes relacionados con el ámbito
laboral que se han reflejado en la pantalla (“El método” (2005), “Recursos
Humanos” (1999), “El empleo” (1961)), que de ésta han pasado a nuestras
retinas e impregnado, al fin, en nuestra realidad cotidiana.
Alberto Alcázar
Enlaces