Crítica
Si ya en el año 2021 los anglosajones ponderaron el art rock/jazz rock de esencias post-punk de Black Midi como uno de los discos del año, vuelven a hacerlo con una propuesta similar en el 2022, el “Ants From Up, There” de otros ingleses, los Black Country, New Road.
El eje de este grupo es (era) Isaac Wood, cantante y letrista que abandonó la banda poco después de la edición de este LP, parece que a causa de problemas mentales.
Gustosos de Slint, The War On Drugs o de Arcade Fire, en su sonido tanto hay elementos folk como progresivos, jazz, barrocos o art rock, con una manifestación críptica y apasionada, melancólica, entre la quietud y la visceralidad.
Se abre el LP con el corto instrumental “Intro”.
Urgente saxo, bajo tranquilo y agitada percusión.
Más tarde suena “Chaos Space Mining”, referencia al juego Warhammer 40.000 con simbología y metáforas de conflicto, guerra, huida interior, exterior… con fondo de alienación.
El sonido, de sinuoso progreso y repetición de motivos, mezcla el art rock con el folk, el jazz y el pop de cabaret, fusionando a David Bowie con los Arcade Fire y los Sparks.
Se deja escuchar.
No entusiasma.
El avión “Concorde”, ya citado en la anterior canción, titula una pieza lenta de seis minutos, romántica, frágil, con expresión de recital sobre texturas de folk orquestado terminado con elementos de distorsión.
Pasable.
“Bread Song”, otros seis minutos de canción, se abre con arpegios acústicos folk y estampas de cama mañanera con disquisiciones de pareja.
Voz quebradiza y tempo tranquilo, atmosférico que, como es norma en este grupo, progresa con orquestación y afectación vocal, avivando ligeramente el ritmo con la percusión sin variar Wood su delicado registro que o conecta por su emocionalidad o desconecta por cansino.
En “Bread Song” lo último.
“Good Will Hunting”.
Más cuitas de enamorados con ecos de Arcade Fire, tiras y aflojas, referencia a Billie Eilish y esperas en habitaciones solitarias con teléfonos que no suenan… llámame cuando quieras, yo iré…
Emo pop poético con crescendo y electrificación final para enrarecer la dependencia amorosa.
“Haldern” se inspira en un festival de música alemán.
Otra pieza lenta, alicaída, depresiva, con saxo, piano, una bocina repetitiva, violin…
Art rock de escapismo, aislamiento, con logrado efecto instrumental de obsesión y paranoia.
El corto instrumental para saxo “Mark’s Theme” fue escrito por el saxofonista Lewis Evans como homenaje a un tío fallecido.
Buen acompañamiento al piano de May Kershaw.
Las tres piezas finales del disco son las más extensas y las mejores del disco:
“The Place Where He Inserted The Blade”, siete minutos de pop orquestal con piano melancólico de raíz clásica, flauta a lo Camel en suntuosos arreglos, tono dramático de nuevo sobre dependencias de pareja (muéstrame donde atar el otro extremo de esta cadena) y variantes de tempo, con Isaac como apasionado crooner envuelto por el sonido del saxo y los coros.
“Snow Globes” dura más de nueve minutos.
Es una de las cumbres del disco.
Desarrollo tranquilo, de herencia post-punk y barroca, sencillos punteos acústicos y motivos repetidos.
A los tres minutos entra la voz en un desarrollo interesante, prog-rock/post-rock, con contrapuntos, contrastes, terminado en un clímax ruidista, caótico, que fusiona solos y líneas melódicas.
Todo realizado con sensibilidad y un texto extraño de deidades, bolas de nieve y abrazaderas.
Friki-panteísmo.
Termina “Ants From Up, There” con “Basketball Shoes”, otra de las grandes canciones de este LP.
Más de doce minutos.
Se repite lo anterior.
Rasgueos acústico relajantes, saxo melancólico, crescendo con fondo jazz rock a lo Blood, Sweat & Tears en una evolución épica con viento, cuerdas y un desarrollo más rock con textos oníricos.
Los arreglos mezclan a los Arcade Fire con Miklos Rozsa fusionando elementos de las piezas previas del álbum.
Buen cierre para quien soporte su larga extensión.