Dirección: Mel Gibson.
Intérpretes: Mel Gibson, Patrick McGoohan, Sophie Marceau, Catherine McCormack.
En el siglo XIV, las tropas del rey inglés Eduardo I “Longshanks” (Patrick McGoohan) ocupan Escocia, cometiendo todo tipo de actos de saqueo y pillaje.
En este contexto, y después del cruel asesinato de su joven esposa a mano de los ingleses, William Wallace (Mel Gibson) se rebelará contra los opresores de su patria, liderando una revuelta popular.
Espectacular superproducción que, a través de la particular visión de Mel Gibson (en esta ocasión, productor, director, y actor protagonista), nos narra la historia de William Wallace, el más grande héroe de toda la historia de Escocia, aquí convertido en un atribulado personaje gibsoniano, dominado por un destino que él sabe incapaz de cambiar.
La cinta en ningún momento pretende ser verídica y la cantidad de licencias históricas que utiliza, con el fin de proporcionar un mayor dramatismo a la historia que cuenta, son innombrables. Eso tiene poca importancia, ya que la auténtica intención de Gibson es la de narrar una grandiosa epopeya al estilo clásico, y por eso empapa la narración con un tratamiento legendario, casi mítico, que, en parte, disculpa el maniqueísmo con el que retrata hechos y personajes históricos.
Además, desde mi punto de vista, en cierta manera si que recoge parte de la esencia del Wallace histórico, pues transmite con gran intensidad la rabia y el orgullo de un hombre que siempre se negó a vivir bajo cualquier lazo esclavizante y que lo dio todo por la independencia de su patria.
El guión de Randall Wallace es sencillo pero tremendamente efectivo, y a pesar de la larga duración de la cinta, el ritmo no decae en ningún momento, combinando con gran acierto la épica y las multitudinarias batallas (en su momento realmente innovadoras por lo explicito de su brutalidad) con momentos más intimistas.
El entierro del padre del joven Wallace, la boda secreta con Murron (bellísima Catherine MCormack), la apasionada arenga al ejercito escocés previa a la batalla de Stirling, o el martirio final, son sólo algunas de las escenas antológicas que contiene la película.
Sensacional trabajo de fotografia John Toll, esplendida partitura de James Horner, y buenas interpretaciones en general (sobretodo la de un inmenso Patrick McGoohan) para una película que demuestra claramente el buen hacer de Mel Gibson como director.
Dr. Zarkov
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