• Por AlohaCriticón

CAOS CALMO (2008)

Dirección: Antonello Grimaldi.

Intérpretes: Nanni Moretti, Valeria Golino, Alessandro Gassman, Isabella Ferrari.

La inesperada muerte de su mujer y la inestable situación de su empresa, sitúan a Pietro Paladini (Nanni Moretti) en una nueva y desordenada existencia.

Siendo su hija Claudia (Blu Yoshimi) el único punto de apoyo que le queda, a Pietro le costará encontrar la luz en el largo túnel en el que está metido.

Antonello Grimaldi, director que alterna a partes iguales la gran pantalla con el medio televisivo, adapta una novela de Sandro Veronesi partiendo del guión elaborado por Laura Paolucci, Francesco Piccolo y por el propio protagonista de la cinta, Nanni Moretti.

“Caos calmo” refleja la pérdida del norte de un sujeto cómodamente asentado en la sociedad romana, a partir del desplome de uno de los pilares que sustentaba el templo familiar.

Desorientación que trae causa no sólo del ámbito más íntimo, sino también del especulativo y competitivo terreno de las empresas con hambre de globalización y atractivos dividendos.

Moretti, simplemente correcto en su interpretación, da vida al desubicado individuo que enclava su campo de operaciones frente al colegio de su hija y desde donde ve la vida pasar, ya sea fijando sus ojos en la ninfa que pasea a Niebla (a dicho nombre obedecía el perro de Heidi); convirtiéndose en el artífice de los efectos especiales que hacen que su coche salude al inocente niño con el síndrome de Down; o, finalmente, recibiendo al presidente de la corporación empresarial encarnado (¡oh sorpresa!) en la persona de un conocido realizador polaco.

Del resto del elenco que gira alrededor del personaje de Pietro, poco que mencionar, salvo el sobreactuado trabajo de Alessandro Gassman y de Valeria Golino.

Referencia aparte merece la secuencia coital que incluye la película. Este tipo de episodios acrobáticos y onomatopéyicos (con más razón si son impetuosos), suelen quedar bien si son convenientemente colocados en las tramas que así lo requieren. Cuando no vienen al caso resultan simplemente vergonzantes. Una muestra del adecuado uso al que se alude lo encontraríamos en “Monster’s Ball” (2002). El ejemplo que hace sonrojar se presenta a bocajarro en “Caos calmo”.

Alberto Alcázar

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