• Por AlohaCriticón

codigo 46Dirección: Michael Winterbottom.
Intérpretes: Tim Robbins, Samantha Morton, Nabil Elouhabi, Sarah Backhouse.


William (Tim Robbins) es un agente especial dotado de un extraordinario sentido de la intuición al que envían a Shanghai a investigar un caso de falsificación de salvoconductos. Estos documentos, que son emitidos con la finalidad de permitir la movilidad geográfica, son muy valorados en el mercado negro.
En sus pesquisas, William conocerá a María (Samantha Morton), empleada en el centro donde realiza la investigación y de la que quedará prendado.




Muy alto puso el listón Ridley Scott con su “Blade Runner” para los que vienen por detrás con pretensiones futuribles. Su sombra es tan alargada, que cualquier nuevo intento de arrostrar una aventura fantástica, suele caer bajo su área de influencia.
Es lo que ocurre con “Código 46” que, sin desmerecer en absoluto del clásico protagonizado por Harrison Ford, no logra alejarse de la fuente de la que bebe.

Aún así, es encomiable el esfuerzo de Michael Winterbottom y Frank Cottrell Boyce, director y guionista, por sacar adelante un proyecto original que, salvo contadas excepciones, no cae en la redundancia de los tópicos típicos de este género cinematográfico.

Dando a conocer desde un principio lo que se estipula en el mentado código 46 (básicamente, la prohibición de la copia genética de los individuos), Winterbottom, solvente realizador británico (“Wonderland”, “In This World” o “9 Songs”), nos fabula la trama utilizando el monólogo en “off” que dirige a William el personaje de María, interpretado por Samantha Morton. Ésta, describiendo el sueño premonitorio que acontece en todos sus aniversarios, nos prepara para anunciar su próximo encuentro con el investigador llegado del exterior.


De ese cruce de caminos se desembocará en una relación sentimental entre ellos, que supondrá el incumplimiento del código 46 y, a mayor abundamiento, la revelación de que la coincidencia genética completa empareja a María y a la madre de William (Edipo, que no deja de hacer de las suyas, mientras Sigmund Freud sonríe satisfecho por el suceso).

Película interesante, muy cuidada en sus aspectos formales (Shanghai y Dubai aparecen, ciertamente, como enclaves del tiempo que vendrá), donde el mestizaje es evidente y se incluye un lenguaje “esperantiano” (por lo menos en su versión original), fusión del inglés, español, italiano y francés, del que fluyen frases como la que espeta William a María del siguiente tenor: “No entiendo como el coyote con el dinero que tenía, no se compró un correcaminos en lugar de los patines con cohetes.” Ahí queda eso.

Alberto Alcázar

Fichas en AlohaCriticón

Tim Robbins
Samantha Morton

Puntuación

AlohaCriticón:
Usuarios:
[Total:29    Promedio:4.2/5]

Tú también puedes votar. Desliza el ratón por las estrellas verdes para dejar tu puntuación

Te puede interesar