• Por AlohaCriticón

DELICIOSA MARTHA (2001)

Dirección: Sandra Nettelbeck.

Intérpretes: Martina Gedeck, Maxime Foerste, Sergio Castellitto, August Zirner.

Martha Klein (Martina Gedeck) es una jefa de cocina dedicada en exclusiva a su trabajo en un restaurante en Hamburgo. Su vida cambia cuando tras la muerte de su hermana tiene que hacerse cargo de su sobrina Lina (Maxime Foerste) y cuando conoce a Mario (Sergio Castellitto), un italiano que comienza a trabajar en su restaurante.

Con temor a ser un eterno pleonasmo, puedo decir que “Bella Martha” (título original de “Deliciosa Martha”) no sólo es bella en efecto, sino también deliciosa, delicada y encantadora.

La película de Sandra Nettelbeck contiene hambre de comunicarnos que la dulce vida está presente aún cuando no queramos vivirla, no obstante lo que agrada de esta sencilla película es que no se ufana de su mensaje, no pretende por ninguna perspectiva ser pomposa o filosófica, sólo quiere cambiar nuestra forma de expresión.

La historia habla de Martha quien es una excelente cocinera, sabe mucho sobre ello, puede coordinar más de cuarenta platillos en un santiamén, es brillante con el cuchillo y la utilería dentro de “su” cocina, la gastronomía es su forma de comunicación pues fuera de ella no puede hacer mucho por entablar alguna conversación con su vecino o si quiera aceptar que otro chef inmiscuya la nariz en su territorio.

Martina Gedeck está estupenda en el papel de Martha, crea un personaje falto de pulsión social, lo suficientemente represivo con su propia persona que puede llegar a ser incompresible, pero es ahí donde entra la comunicación entre los personajes y el espectador, pues la misma Martha no es tan cerrada como para impedirnos el paso, se puede decir que funciona a la inversa, su misma cohibición nos hace querer ver más, pues ¿si puede hacer esas maravillas en la cocina, qué podrá hacer con su propia vida?

A pesar de tener ciertos prototipos dentro de la trama y algunos personajes que se encuentran de mero relleno actoral, la historia se puede apreciar de modo apacible; las tomas son sencillas y eso ayuda al relato, no hay nada rebuscado o excesivamente detallado, la comida pulula y se tiene que advertir: es probable que el antojo surja.

La música se acopla de forma discreta, en otras más crea un ambiente alegre, la canción “Via con me” suena en más de una ocasión y crea una de las más plenas sonrisas en el rostro del espectador.

Poco a poco la represión empieza a ceder y ahí encontramos que no podemos tener una “receta” para todo, las complicaciones surgen y se deben resolver, la expresión, el modo de comunicación tiende a cambiar, para Martha ya no le ha de bastar ser una estupenda chef, pues debe haber algo más que lo impregne todo, ya que cocinar es lo que hace, más no lo que ella es.

Con este debut la directora alemana nos hace poner los ojos en ella con agraciado interés, logra pequeños mensajes con gran significado sin caer en dramas lacrimosos o sensiblerías pasajeras, aquí la elegancia se mezcla con el arte de la cocina, nos habla e intensifica las ganas de soltarnos un poco más a la vida y sus placeres así como su resonancia en la responsabilidad de los mismos, sin ser una película que abogue por las grandes expectativas amerita ser vista, pero no sólo con los ojos, mejor sentirla, probarla a pequeños bocados, “Bella Martha” es para nutrirse con ella, no es un antojo pasajero.

Lucio Rogelio Avila Moreno

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