Dirección: Brian Goodman.
Intérpretes: Gerard Butler, Jaimie Alexander, Russell Hornsby, Ethan Embry.
Con guión de Marc Frydman (“Mariposa Negra”).
Sinopsis
Will Spann (Gerard Butler), promotor inmobiliario, y su mujer Lisa (Jaimie Alexander) deciden tomarse un tiempo separados tras la infidelidad de esta última, quien decide mudarse a casa de sus padres para pensar en cómo reorganizar su vida.
Tras parar en una gasolinera, Lisa desaparece misteriosamente.
Crítica
Film producido y protagonizado por Gerard Butler.
Se inicia con un prólogo tenso, in media res, en donde se produce una revelación… ¿qué ha pasado? ¿dice este criminal la verdad?
La película, que transcurre en un solo día, crea pronto una situación de misterio.
Básica, directa.
Una mujer desaparece en una gasolinera.
El marido, encima sufriendo una crisis de pareja, incrementa progresivamente su nerviosismo, se pone neurótico, violento. Incluso se baraja su posible autoría del hecho.
Es kafkiano.
Más tarde, mediante flashbacks con trazos superfluos sobre su reciente pasado, vamos conociendo algo sobre la relación del matrimonio protagonista. Muy poco… casi nada.
Se querían. Ya no. ¿Hay otro? Cuernos, dudas, desconfianza ¿Qué hacer?
Butler, en clásico “uno contra todos” y con la esperanza de arreglar el tinglado de la coyunda, investiga por su cuenta y termina enredado puñetazo va, puñetazo viene, con varios macarras del lugar a la par que un policía investiga apoyado en las andanzas de la víctima.
El film tiene una idea de arranque muy poco original ya llevada al cine en cintas más afortunadas (“Desaparecida” de George Sluizer, “Breakdown”, con Kurt Rusell…), con una historia en la que los personajes importan bien poco, supeditándose toda su simpleza en una acción rutinaria con cómoda conclusión.
No obstante, tiene suficiente nervio dentro de un entretenimiento de serie B como para no aburrir.
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