Dirección: Mira Nair.
Intérpretes: Irfan Khan, Kal Penn, Tabu, Jagannath Guha.
Película basada en una novela de Jhumpa Lahiri.
Con guión de Sooni Taraporevala (“Salaam Bombay”, “Mississippi Masala”).
Sinopsis
Una pareja de jóvenes bengalíes, Ashoke (Irfan Khan) y Ashima Ganguli (Tabu), abandonan su país para emigrar a los Estados Unidos con la esperanza de mejorar su posición económica.
En Nueva York tienen a su primer hijo, al que llaman Gogol (Kal Penn), un nombre provisional que el retoño acepta como propio en su niñez y con el que no se sentirá a gusto cuando crezca.
Crítica
El cambio migracional y el vínculo entre modernidad y tradición son aspectos clave en la filmografía más interesante de Mira Nair, una directora con talento que adapta aquí de forma magnífica una novela de Jhumpa Lahiri.
En la película, historia familiar urbana y social con momentos tanto para el humor como para la tragedia, construye unos personajes afables, extraordinariamente interpretados y recogidos en sus anhelos íntimos por la sensible mirada de Nair, quien tanto retrata con delicadeza situaciones costumbristas bengalíes como nos traslada, con la misma exquisitez, a ambientes cosmopolitas y burgueses de la moderna urbe.
Las respetuosas interrelaciones de los caracteres a base de contrastes, sean generacionales o ambientales; y el progreso emocional de los mismos, con serenos diálogos y emociones sinceras, son la base para la relevancia de los temas abordados, entre ellos la inmigración, la disonancia cultural con obligación de encuentro, la identidad personal, la desmembración familiar, el apoyo incondicional y la guía vital de los padres, o la importancia del viaje como evolución personal, sea el mismo interno o externo (en el film además de incidir en la importancia de la lectura –en especial Nikolai Gogol– son habituales los trayectos en coche, tren, autocar, aviones…).
A través de sus esencias, la película no deja de ser un sentido homenaje a la familia, en especial a la figura de los padres, esforzados y sacrificados, y la interiorización de tal esfuerzo por sus hijos, quienes tienen que respetar la tradición sin perder su lugar en la coyuntura moderna.
Resulta importante la figura constante del citado Gogol, un hombre amante de la tradición (de permanente orgullo de su raíz eslava) obligado por su independencia intelectual y espíritu crítico-satírico al traslado constante durante un importante período de su vida que hizo, además de hacerle crecer con nuevas perspectivas, enfatizar la importancia de sus raíces sin que tal importancia conlleve antipatías contra otras, sino todo lo contrario, una enriquecedora comunión entre conocimientos y formas de pensar.
Al margen de los temas abordados, con un equilibrio tonal y narrativo muy apreciable, la película nos permite disfrutar de pasajes casi de turismo documentalista (no en vano Mira dio inicio a su carrera como autora de documentales) en diversos escenarios hindúes, entre ellos el maravilloso Taj Mahal.
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