• Por AlohaCriticón

EL ESPEJO (1975)

Dirección: Andrei Tarkovsky.

Intérpretes: Margarita Terekhova, Ignat Daniltsev, Larisa Tarkovskaya, Alla Demidova.

Alexei (la voz de Innokenti Smoktunovski) evoca recuerdos de su infancia que contrastan con un presente marcado por las continuas discusiones que mantiene con su ex mujer (Margarita Terekhova) y su madre, así como por una difícil relación con su hijo Ignat (Ignat Daniltsev).

Cuando uno es adulto, las reminiscencias de su infancia se le suelen presentar en forma de brumosas y confusas apariciones, donde los hechos acaecidos se muestran como vagas remembranzas que en poco se diferencian de las ensoñaciones, y que sin embargo marcan el subconsciente de tal forma que aquellos gestos, olores o texturas que ya apenas intuimos nos acompañan para siempre. Si un cineasta podía plasmar todas estas emociones y sensaciones en la pantalla, ese era sin duda Andrei Tarkovsky.

“Zerkalo” (título original) o “El espejo” es un título de carácter autobiográfico en el que Tarkovsky, a partir de sus propias vivencias, intenta despertar en el espectador esos secretos íntimos que conforman nuestro ser y que raras veces sacamos a la luz.

En el prólogo de la película se nos muestra una especie de show televisivo en el que un joven tartamudo es curado por una mentalista. Se trata de toda una declaración de intenciones, en la que Tarkovsky pretende liberar al ser humano de sus taras y defectos para centrarse en su esencia. Es pues, un intento de desnudar su propia alma y por extensión la de aquellos que contemplan su obra.

El filme puede resultar confuso debido a la alternancia sin previo aviso del presente con las evocaciones del pasado y las secuencias oníricas. Contribuye a una mayor confusión el hecho de que la misma actriz interprete a la madre de Alexei en el pasado y a su ex mujer en el presente. Además el niño que interpreta a Alexei en su infancia es el mismo que hace de su hijo en el presente. El Alexei adulto siempre permanece fuera de campo, por lo tanto sólo escuchamos su voz y no es hasta el final y en su lecho de muerte cuando divisamos parte de su cuerpo. Todo ello se debe al escaso interés que Tarkovsky (coautor del guión junto a Alexander Misharin) muestra hacia la narración convencional, prevaleciendo sobre la misma el noqueante poder de sus hermosas imágenes.

El autor de “Nostalghia” vuelve a poner de manifiesto su extraordinaria agudeza a la hora de captar los sonidos y movimientos de la naturaleza. En su filmografía uno no sólo contempla el paisaje sino que lo siente y lo palpa, una característica que sólo encontramos a tales niveles en otro cineasta como es el caso de Terrence Malick.

A resaltar también la pasmosa fotografía de Gueorgi Rerberg en la que se suceden el color y un blanco y negro que tira hacia tonos sepias, los sonidos electrónicos que Eduard Artemiev mezcla con los de la propia naturaleza así como el exquisito gusto de Tarkovsky al escoger fragmentos de composiciones de Bach, Pergolesi y Purcell.

Antes de finalizar el comentario es preciso señalar que los versos que se recitan a lo largo de todo el filme son obra de Arseni Tarkovsky, padre del director y gran poeta ruso que fue reconocido tardíamente.

En conclusión, una obra de arte cinematográfico que no se puede contar con palabras sino que hay que verla y sentirla ¡imprescindible!

Ricardo Pérez

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