• Por Antonio Méndez

fantasma-opera-chaney-cartelDirección: Rupert Julian
Intérpretes: Lon Chaney, Mary Philbin, Norman Kerry, Gibson Gouland.

Película basada en una novela de Gaston Leroux.
Con guión de Elliott J. Clawson (“La Sangre Manda”, “Cruel Dilema”) y Raymond L. Schrock (“Esposa A Medias”, “De Millonario A Periodista”).

Sinopsis

Erik (Lon Chaney), un hombre deformado que reside en los sótanos de la Ópera de París y cuya misteriosa presencia ha sugerido el rumor de la existencia de un fantasma en el edificio, desea que Christine Daaé (Mary Philbin), la mujer de la que está enamorado y a quien instruye musicalmente, se convierta en una importante diva del canto, sustituyendo a la primera cantante Carlotta (Virginia Pearson), aterrorizada por Erik.Tras el éxito de la muchacha y la aparición de Raoul de Chagny (Norman Kerry), que intenta conquistar a Christine, el fantasma rapta a la joven para comunicarle que él ha sido el responsable de su triunfo artístico.

Crítica




fantasma-opera-criticaGran clásico mudo del género de terror producido por la Universal que adapta la triste novela de Gaston Leroux.

El film está protagonizado por el mítico maestro del maquillaje Lon Chaney y dirigido de manera magistral por el neozelandés Rupert Julian y un no acreditado Edward Sedgwick, quien sustituyó en algunas escenas a Julian debido a los choques personales establecidos entre éste y Chaney (quien dirigió también algunos pasajes) a lo largo del rodaje.

El resultado final es un memorable título sobre venganza, talento, belleza y fealdad.

Su atmósfera amalgama un enervado romanticismo y un penetrante suspense a través de un sombrío y relente escenario de atractiva ornamentación con ascendencia de los expresionistas alemanes.



El refinado y delicado tacto cinematográfico de Julian, Sedgwick y Chaney, ofrece escenas impactantes, como la primera vez en que Chaney muestra su rostro desfigurado mientras toca el piano y Mary Philbin le arrebata el antifaz; el fascinante baile de máscaras (con una pionera utilización del Technicolor), en el que la estrella aparece de manera majestuosamente macabra; o la escena final con sonrisa abatida y doliente hacia el espectador.

Estos momentos indelebles convirtieron al gran Lon Chaney en una leyenda viviente y a esta película en una de las mejores adaptaciones de la conocida obra homónima de Leroux.

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Lon Chaney
Mary Philbin