Dirección: John Cromwell.
Intérpretes: Ronald Colman, Madeleine Carroll, C. Aubrey Smith, Raymond Massey.
Película basada en una novela de Anthony Hope (“El Prisionero De Zenda”).
Con guión de John L. Balderston (“La Plaza De Berkeley”, “El Hombre Que Trocó Su Mente”).
Sinopsis
Rudolf Rassendyll (Ronald Colman) es un inglés de vacaciones en un país centroeuropeo que termina haciéndose pasar por el futuro rey Rudolf V con el propósito de combatir la conspiración de Michael (Raymond Massey), su hermanastro.
Crítica
El productor David O. Selznick no escatimó medios para rodar esta adaptación de “El Prisionero De Zenda”, novela escrita por Anthony Hope a finales del siglo XIX al estilo de las aventuras de Alejandro Dumas o Rafael Sabatini.
El meticuloso trabajo de producción y ambientación es espléndido, con James Wong Howe destacado en su fotografía en blanco y negro, y con Lyle R. Wheeler, colaborador habitual de Selznick, mostrando sus virtudes como director artístico; pero la historia de conflicto político-cortesano es muy simple; un retrato básico de buenos y malos con la gracia de la falsa identidad, la típica conspiración de poder y el ineludible aspecto romántico.
La trama no es original y resulta muy predecible en su desarrollo y resolución.
Sin embargo, el ritmo concedido por John Cromwell, con un magnífico duelo en su clímax, y su estupendo y amplio electo de intérpretes de renombre, logran configurar un válido entretenimiento clásico de capa y espada.
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