• Por AlohaCriticón


Dirección: Ken Loach.
Intérpretes: Kierston Wareing, Juliet Ellis, Leslaw Zurek, Joe Siffleet.


Angie (Kierston Wareing) empleada de una empresa de trabajo temporal, es apartada de la misma por la dirección. El golpe recibido y la experiencia acumulada le hacen decidirse por montar su propia organización ayudada por Rose (Juliet Ellis), una compañera necesitada también de dinero y proyección profesional.

Después de haber realizado un viaje al pasado rememorando la formación del Ejército Republicano Irlandés en “El viento que agita la cebada” (2006), Ken Loach regresa a la contemporaneidad para describir, como a él le gusta, una lacra social en la que el hombre sigue siendo un lobo para el hombre.

Fijando la mirada en los movimientos migratorios en pos del trabajo precario desde países raquíticos, en términos económicos, a otros más prósperos, Loach traza el itinerario de una muchacha que pasa de explotada a explotadora, de escrupulosa defensora del más pobre a la más execrable abusadora del más débil. Todo por cumplir unos objetivos ambiciosos en su camino empresarial.

Para ello Loach, con el acompañamiento en el guión del habitual Paul Laverty, sitúa en el centro de la trama a una espectacular amazona que cabalga en una moto de gran cilindrada en busca, no de Jacq’s (el del famoso anuncio de perfume), sino de unos patronos a los que colocar su ganado de asalariados.

Una protagonista que ejerce su labor de madre con tanta ceguera como la que aplica por alcanzar una estabilidad vital a largo plazo. Una existencia, en definitiva, en la que impera el “carpe diem” sexual y discotequero.

La cinta renquea en la puesta en escena y, más concretamente, en la selección de la actriz principal: el exagerado, caótico y mareante personaje de Angie es ya de por sí suficiente como para que además lo encarne una Kierston Wareing que, con sus recauchutados labios y su melena rubia, encajaría más como heroína de un videojuego en el que su cometido podría ser trincar bolsas de guita, eliminando con su vehículo de dos ruedas a cuanto temporero se le pusiera por delante.

Alberto Alcázar

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