EROS (2004)
Dirección: Michelangelo Antonioni, Steven Soderbergh, Wong Kar Wai.
Intérpretes: Gong Li, Chang Chen, Robert Downey Jr., Alan Arkin.
En “Eros” se desarrollan tres relatos descriptivos de la sensualidad y el
poder de atracción de la mujer, cuya creación corresponde a directores
cinematográficos de otros tantos continentes.
Antes de nada, aclarar que la constelación que aparece en el encabezado
del presente comentario, supone una media de los episodios realizados por
tres cineastas tan diferentes, como geniales: Micheangelo Antonioni,
Steven Soderbergh y Wong Kar-Wai.
Desconociendo si se ha seguido un criterio para el orden de exposición, lo
que sí se aprecia es el “crescendo” de calidad en el transcurso de las
historias.
“The dangerous thread of things” es el título de un enésimo ejercicio de
lirismo visual sobre el cuerpo desnudo de la mujer, que realiza el siempre
enigmático Antonioni, ayudado por el legendario Tonino Guerra.
La aburrida y desgastada relación de una joven pareja, se ve interrumpida
por la súbita aparición de una espectacular libertina que culminará con la
satisfacción de los deseos del protagonista masculino.
En “Equilibrium”, Soderbergh presenta en clave onírica, los sucesos
libidinosos que se encuentran en el subconsciente del personaje que
interpreta Robert Downey Jr., un publicista al que da réplica un siempre
contenido y sobrio Alan Arkin, que ejerce de peculiar psiquiatra en el
sueño de Downey.
Y por último, sin lugar a dudas, la mejor aportación de las tres. En “The
hand”, Wong Kar-Wai ofrece todo un recital de su peculiar estilo y
transmite, de forma fiel, el auténtico significado del título genérico de la
película.
Un aprendiz de sastre va a tomarle las medidas a una bella hetaira
(cautivadora como siempre Gong Li), quien le hará descubrir sensaciones
que nunca antes había experimentado.
Esa primera visita supone un enamoramiento inmediato y a partir de
entonces la mirada de Wong Kar-Wai se centrará en el devenir del
sastrecillo y en ese ideal de amor que despertó sus sentidos, eso sí,
siempre en el ambiente oscuro y nocturno característico del director
oriental.
Alberto Alcázar
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