Dirección: Nacho Álvarez.
Intérpretes: Ingrid García Jonsson, Fernando Guallar, Verónica Echegui, Fernando Tejero.
Con guión de Nacho Álvarez, David Esteban Cubero (“Entre Esquelas”) y Eduardo Navarro.
Sinopsis
Año 1973.
El mismo día de su boda, María (Ingrid García Jonsson) abandona a su novio italiano y vuela hacia España.
Poco después logra un trabajo en el aeropuerto de Madrid al tiempo que sueña con trabajar como bailarina en un exitoso programa de televisión.
En ese contexto se enamora de Pablo (Fernando Guallar), hijo del censor Celedonio (Pedro Casablanc).
Crítica
La idea de un musical de ambiente setentero con las canciones de Raffaella Carrá resulta atractiva, ya que su nombre y su peculiar estilo se identifica con fiesta, baile, alegría o picardía.
Y esas ganas de baile y alegría existen pero con un guión previsible, facilón, centrado en una historia romántica muy sencilla, sin profundidades ni complicaciones, que sirve como punto de unión de las conocidas canciones, vengan o no muy a cuento en la trama.
Los personajes son un tanto caricaturescos, en especial los masculinos. En cuanto a los femeninos se echa en falta más minutos de Natalia Millán.
Ingrid García Jonsson y Verónica Echegui cumplen en sus papeles.
La ambientación en la España de los años 70 se adecúa al estilo de la música, alegre, colorida… coherente con las melodías, aunque con algunos elementos de atrezzo fuera de contexto, todo suena un tanto artificial, forzado.
Las canciones de Raffaella sin su voz, sus bailes, su fuerza, su personalidad, su acento italiano y su alegría no son lo mismo, pierden bastante.
Los intérpretes no son grandes talentos ni de la música ni del baile.
Los números musicales no están mal pero no hay ninguno que destaque especialmente.
El desarrollo de la trama romántica se alarga sin mucha necesidad, introduciendo una subtrama de “denuncia” a la censura pareja al deseo de libertad de la protagonista, que oscurece el tono general de la película.
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