FEMME FATALE (2002)
Director: Brian de Palma
Intérpretes: Rebecca Romijn-Stamos, Antonio Banderas, Peter Coyote, Eriq Ebouaney.
Durante la gala de presentacion del festival de Cannes una banda de ladrones
ha planeado minuciosamente el robo de una serpiente de diamantes que portará
una modelo. Laura (Rebecca Romijn-Stamos) será la encargada de sustraérselo,
mediante sus dotes de seducción. Pero algo sale mal en la ejecución del plan
y Laura aprovecha para largarse con el botín, lo que la enemistará de por
vida con sus “amigos”. Por una serie de circunstancias que no desvelaré
aquí, usurpará la personalidad de otra mujer para emigrar a Estados Unidos.
Tiempo después, un fotógrafo sin mucho que hacer, Nicolás Bardo (Antonio
Banderas), recibe el encargo de fotografiar a la mujer del embajador
americano en París, que será una persona muy parecida a Laura.
“Femme Fatale” es la nueva propuesta de Brian de Palma, un director que a
principios de los años 70 fue considerado como uno de los realizadores que
iban a cambiar el panorama cinematográfico, junto con nombres como
Spielberg, Lucas, Coppola o Scorsese. De todos ellos, es de Palma el que
menos reconocimientos se ha llevado, contando con tantos admiradores como
detractores. Si para algunos ha sido el mejor continuador del suspense de
Hitchcock, haciendo homenajes en sus films al orondo director inglés, para
otros no deja de ser un plagiador al que siempre le ha encantado copiar al
mago del suspense. Pese a todo, ha obtenido éxitos de crítica y público con
films como “Los intocables” o “Misión imposible”, y ha creado un estilo muy
característico de constante uso del plano secuencia y el travelling, para
sus detractores una manera de marear al personal.
En esta ocasión de Palma continua con sus referencias a clásicos del cine, y
aquí aprovecha el arquetipo de la “mujer fatal”, que se popularizó mucho en
el cine negro clásico, y que consistía en una mujer sin escrúpulos que
seducía a quien correspondiese para lograr sus objetivos, generalmente
metiendo al confiado protagonista en apuros. Y así es el personaje de Laura,
que consigue embaucar a la modelo para robarla, engaña a sus compañeros, y
no dudará en explotar convenientemente al incauto de Bardo para salir airosa
de sus problemas. La protagonista es interpretada por Rebecca Romijn Stamos,
una antigua modelo convertida en actriz, y que sonará al público por su
papel de la morbosa Mística (la mujer azul) en las dos partes de X-Men.
Romijn Stamos opta por copiar en cierto modo a la Sharon Stone de “Instinto
básico”, la última mujer fatal memorable que ha habido hasta la fecha, es
decir que no duda en desnudarse (aunque no se vea mucho) y en usar su
sensualidad para seducir, lo que se dice una buena hembra disoluta (por
hablar finamente).
De cualquier modo en el film se repite algo que suele suceder mucho en el
cine de De Palma, y es que la puesta en escena se carga un poco la
personalidad de los personajes. Hay que decir que aqui, como en otras
películas del realizador la puesta en escena es impecable (como el atraco
del principio), pero quizá tanta pulcritud hace que los personajes parezcan
marionetas, pese a estar bien definidos, permanecen alejados del espectador,
que no acaba de identificarse con ellos, la planificación tan medida dota de
artificiosidad al conjunto. Tampoco falta la inevitable referencia a
Hitchcock, con un argumento que recuerda mucho a “Vértigo” (un hombre que
recibe el encargo de seguir a una mujer misteriosa, que ocupa otra
personalidad, y con la que se acabará obsesionando). Puede meterse entre los
defectos de la película la frialdad con la que de Palma aborda las escenas
más tórridas, y es que pese a tener una hembra de altos vuelos de
protagonista, no es que parezca interesarle calentar al espectador, como
haría el Paul Verhoeven de turno.
En resumidas cuentas, Romijn Stamos y Banderas cumplen en sus respectivos
papeles y de Palma entretiene al público con solvencia, mostrando su
virtuosismo formal una vez más, sin abusar del plano secuencia y el
travelling, como le ha pasado en otras ocasiones, con una fotografía
destacable que muestra un París más sombrío de lo habitual en las películas
en las que aparece.
David García
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