Crítica
Segunda entrega discográfica de los californianos GØGGS, en la que Ty Segall, Chris Shaw y Charles Moothart se hacen acompañar en esta ocasión por el bajista Michael Anderson conformando un formato de cuarteto.
La fórmula utilizada es básicamente la misma que en su primer disco: toneladas de distorsión, guitarras fuzz a tope de volumen, voz desgarradora e hiperagresiva y ausencia total de florituras en un conglomerado de sonidos punk, noise y hardcore.
Pero el resultado final es claramente inferior.
Los trillados riffs y ritmos carecen por completo de originalidad, las melodías son prácticamente inexistentes, la monotonía de su propuesta llega hasta tal punto que cuesta en ocasiones distinguir una canción de otra, mientras que la abrasiva y rutinaria expresión vocal de Shaw lejos de transmitir agresividad y emoción acaba resultando desquiciante y molesta.
Decepcionante trabajo, sobre todo si tenemos en cuenta los óptimos resultados de su recomendable debut.