• Por AlohaCriticón

goodbye lenin cartel posterDirección: Wolfgang Becker.
Intérpretes: Daniel Brühl, Katrin Sass, Maria Simon, Chulpan Khamatova.


Alemania Oriental, octubre de 1989. EN vísperas de la caída del muro de berlín, la comunista Christine Kerner (Katrin Sass) sufre un infarto y queda en estado de coma.Medio año después despierta en un mundo muy distinto tras la unificación alemana y el triunfo del capitalismo.

Estamos ante una auténtica joya del cine europeo, algo palpable incluso desde los créditos inciales, a los que se unen grabaciones de vídeo antiguas que adelantan cuál va a ser el ritmo de la película: cronológico, ágil, pero tampoco frenético.

En la RDA de los años 70, una mujer (Kathrin Sass) es abandonada por su marido, que ha decidido asentarse en la zona occidental. Ésta reacciona reafirmando sobremanera sus inquietudes socialistas, hasta el punto de que sufre un infarto cuando ve a su adolescente hijo Alex (Daniel Bruhl) en una manifestación en contra del muro de Berlin.




Durante su largo periodo de coma el muro cae y cuando ella despierta, el médico que la trata aconseja a Alex que cuide de que su madre tenga una vida sin sobresaltos, por lo que él, sabiendo su participación en la realidad socialista, intenta ocultarle la caída del muro, haciendo que su entorno actúe como si nada hubiera cambiado.

Tras esta inquietante y atractiva premisa, encontramos un desarrollo inteligente, unas interpretaciones sobresalientes por parte de los dos protagonistas, y un final que, sin cumplir del todo con las exigencias del resto de la película, no decepciona.

La única pega claramente perceptible de “Good Bye Lenin” es que no pionera en su temática: la manipulación de la realidad en las relaciones paterno-filiales ya había sido vista en “La vida es bella” (1997, Roberto Benigni), y “Big Fish” (2003, Tim Burton).

Pero queda en segundo plano tras ser espectador de una transición al capitalismo y a la apertura excelentemente realizada.




En resumen, “Good Bye Lenin” es una gran película que sólo flaquea por motivos intrínsecos: el tema tratado, que exige una ambición casi desmedida, y el perfil de los personajes, poco profundizado, si bien dos horas no dan para más.

Hay que valorar también, como apunte final, la fabulosa banda sonora del genial Yann Tiersen, ya suficientemente loado por su trabajo en “Amélie”. En esta película crea melodías aún más acompasadas con la historia, sin perder su personalísima esencia, acompañando fielmente a la emotividad que propone el desarrollo de la película.

Luis Fernando Romero Calero

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Daniel Brühl

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