• Por AlohaCriticón

grand canyon cartel poster peliculaDirección: Lawrence Kasdan.
Intérpretes: Kevin Kline, Danny Glover, Steve Martin, Mary McDonnell.


Película que cruza a varios personajes en la ciudad de Los Angeles, centrándose principalmente en la amistad surgida entre un abogado blanco llamado Mack (Kevin Kline) y un conductor de remolque negro de nombre Simon (Danny Glover).

Tres años después del que ha sido uno de sus mayores éxitos (“El Turista Accidental”, 1988) y sólo un año más tarde del rodaje de “Te amaré hasta que te mate”, Lawrence Kasdan nos introduce de lleno en la ciudad de Los Ángeles; escenario de su nuevo proyecto; más intimista y simbólico que el anterior.

Mucho antes de que Kevin Kline bailara como poseído el gran éxito de las salas de baile (convertido a partir de entonces en icono homosexual) en “In and Out”; cuando aún Danny Glover sólo contaba con dos secuelas de la archiconocida “Arma Letal” (saga por la que sí ha pasado el tiempo); en un pequeño oasis encontrado en la filmografía de Steve Martín, salvando que ésta sea tan sólo un cúmulo de gags interminables de humor de sal gorda; y casi al tiempo que Mary Louis Parker cocinaba sus “Tomates Verdes Fritos”; estos personajes se unen como piezas del gran puzzle urdido por Kasdan en “Grand Canyon”; ensayo coral para mostrarnos la más baja inmoralidad humana y la mejor parte de aquel que sólo intenta sobrevivir.

El director nos enseña la vida de un grupo de personas en Los Ángeles, sin aparente nexo de unión entre sí. A medida de que va avanzando el metraje, comprobaremos que las historias están unidas por las personas que las protagonizan; más cerca unas de las otras de lo que se imaginan.

Danny Glover (un mecánico con ideas dignas de buen filósofo), Kevin Kline (abogado en plena crisis existencialista) y Steve Martin (productor de películas con alto contenido violento), tratarán de sobrevivir; si bien no quedando victoriosos, si que por lo menos superando los escollos de la deshumanización progresiva vivida – y padecida- en la gran ciudad que habitan. Todas sus existencias se van entreverando a lo largo de la película, confluyendo en el atemporal Gran Cañón; para quien nuestra efímera existencia supone tan sólo un segundo en la suya; y en cuyo espejo se relativiza la vida de los protagonistas.




Un guión coescrito por la mujer de Kasdan; Meg; que quedaría finalista en los Oscar de su edición, nos transporta a un lugar escondido dentro de cualquier ser humano, al que le afecte los estragos que el mal llamado desarrollo infiere en los individuos.

“Grand Canyon” peca, quizá, de no ser un producto comercial “per se”, con mucho diálogo, poca acción – relegada ésta a unas cuantas escenas de peleas y robos de bandas callejeras diseminadas a lo largo del film- y más trabajo para el espectador ; quien irremediablemente está ante un producto algo difícil de digerir. Sin embargo la historia de luces y sombras perfectamente hilvanada gracias al guión del matrimonio Kasdan nos da una perfecta idea de lo que pasa cuando un producto es de calidad.

Mucho – y no todo bueno- habría que comentar si realizamos una comparativa entre el título que nos ocupa y la burda y pretenciosa copia creada por Paul Haggis de nombre “Crash”. Una copia tan mediocre que hasta incluso “plagió” la hierática actuación de Kevin Kline en la primera, encarnada en los tristes gestos de Brendan Fraser.

La diferencia entre ambas es que si bien en “Crash” los encuentros son totalmente artificiosos y el filme fatuo en exceso; en “Grand Canyon” nos encontramos ante un guión que deja muy poco a la eventualidad, controlando todos y cada uno de los movimientos de los personajes; procurando a esta historia coral un sentido que no se pierde a lo largo de todo el metraje.

Un fruto de mucha – y buena- calidad que hará las delicias de quien tenga unos minutos para pararse a pensar en la vorágine del día a día y que alcanza su mayor y mejor descripción con una frase del propio guión:

-“¿Nunca has sentido que te falta esto para estar histérica las veinticuatro horas del día?”

— “La mitad de la gente está así; la otra mitad está histérica las veinticuatro horas del día.

Cristina Gómez

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