GRBAVICA. EL SECRETO DE ESMA (2006)
Dirección: Jasmila Zbanic.
Intérpretes: Mirjana Karanovic, Luna Mijovic, Leon Lucev, Kenan Catic.
Tras finalizar el conflicto civil en la antigua Yugoslavia, los
supervivientes intentan rehacer su vida como pueden.
Uno de ellos es Esma (Mirjana Karanovic), una mujer que perdió todo lo que
tenía en la contienda e intenta salir a flote para dar un futuro mejor a su
única hija, Sara (Luna Mijovic).
Flamante Oso de oro en el Festival de Berlín, “Grbavica. El secreto de Esma”
es la ópera prima de la precoz realizadora, Jasmila Zbanic, interesada ya
desde muy joven en las artes escénicas.
No está nada mal el comienzo de su andadura profesional, no sólo por el
galardón, sino también por lo interesante de su planteamiento y porque se
aprecia auténtica convicción en el proyecto que acomete.
En esta ocasión, el argumento se centra en el enfrentamiento entre “shahids”
y “chetniks”, que ha conocido ya algunas recreaciones cinematográficas,
algunas más afortunadas que otras: “Las flores de Harrison” (2000),
“Beautiful people” (1999), “Territorio comanche” (1996), “Underground”
(1995), o “Before the rain” (1994).
Grbavica es el nombre de un barrio de Sarajevo particularmente azotado
durante la crisis balcánica, y es donde transcurre la práctica totalidad de
la trama dramática propuesta por Zbanic, autora igualmente del guión.
Para el principal papel de la película, la directora bosnia contó con la
labor inestimable de Mirjana Karanovic, una de las predilectas de Kusturica
y, precisamente, incluida en el elenco de “Underground”.
Pero si algo destaca por encima de todo en esta cinta es el perfecto dominio
por parte de Zbanic del lenguaje cinematográfico, traducido esencialmente en
la presentación escueta pero suficiente de los protagonistas y en el
inteligente uso de las elipsis.
Al igual que ocurriera con Hanah, el personaje que interpretara Sarah Polley
en “La vida secreta de las palabras” (2005), Esma no logrará cicatrizar su
sangrante herida hasta que desborde fuera de sí un secreto que denigra la
condición humana.
Alberto Alcázar